Ojo, no son patrimonio exclusivo de la mentada línea de subterráneos, pero es en ese medio de locomoción urbano de pasajeros que nuestro redactor en jefe las ha visto y sufrido en más de una ocasión, y vuelve a verlas y sufrirlas cada vez que le toca en suerte los trenes que poseen dicho instrumento de sujeción que justamente por no cumplir con el objetivo para el que teóricamente fue creado, es que le gritamos nuestro rotundo NO.
Para entender a comprender la queja, aquí las imágenes de la inútil solución que se le ocurrió a algún noble ingeniero ante el potencial desequilibrio que puedan sufrir los pasajeros del subte, o del medio de transporte en que se encontraren, producido por el traquetear propio del subte al andar, frenazos o maniobras bruscas del motorman, etc. (nuestro redactor cree recordar que también había de estas argollas en el EX (o actual) ferrocarril Urquiza, aquel que inicia o termina su recorrido en la estación Lacroze y lo comienza o culmina en Lemos, pasando por la simpática estación de nombre Tropezón).
Una versión modernizada de este sistema, también puede apreciarse en los renovados coches de la Línea A.
En algunas líneas de colectivo urbano también están presentes, e incluso algunas tienen publicidades incrustadas, aprovechando transparencias (en algunos casos) o lisa y llanamente con calcos publicitarios colocados sin mayores rigores estéticos.
De hecho, agregamos, es en los colectivos en donde queda expuesta la inutilidad de estas argollas, ya que el movimiento pendular que muchas veces le imprimen los choferes al bondi produce un tambaleo vergonzoso en aquellos pasajeros que confiaron en este instrumento, y que al rato descubren que no sirve para una miegda, si nos permiten la expresión.
Se supone que de donde nos agarramos debe ayudarnos a mantenernos en pie, ¿cómo a alguien se le ocurrió este método? Si me quiere ayudar a sostener el equilibrio, deme rigidez Ingeniero, no flexibilidad.
Saludos.
SirThomas.