Thursday, January 17, 2013

SirTemplanza. El inútil tironeo.

Sabido es que el espíritu del hombre moderno sufre a diario los duros embates que sobrevienen a la vida en sociedad. En el ámbito que fuere (trabajo, hogar, grupo de amigos) ponen a prueba nuestra templanza a través de una infinita cantidad de situaciones y circunstancias que en mayor o menor medida intentan doblegarnos el carácter y hacernos perder la paciencia. Con la llegada de nuevas tecnologías algún iluso pensó que tal vez la vida se nos haría más sencilla, sin embargo cada nuevo avance suele provocar lo contrario y nos suma una nueva preocupación.

Ejemplos hay cientos de miles y sería harto aburrido comentarlos. Cada cual sabrá identificar aquellas situaciones que lo ponen al límite (largas esperas en todo tipo de colas, la sinseñal del demoníaco celular, te quedaste sin baterías en este o aquel aparato, la impuntualidad de unos y otros, el tránsito, el transporte público, los compañeros de trabajo, etc.).

Sin embargo, hoy nos ocuparemos de una situación en particular, casera como las que más, tan simple que parece inofensiva pero que en ocasiones puede llegar a sacar lo más oscuro de cada uno.

Esos instantes en los que, recostado sobre la cama, tratás incesantemente utilizando la antiquísima técnica del "tironeo", de quitar de debajo de tu cabeza o parte del cuerpo x la funda de una almohada, una sábana rebelde o una prenda textil x (una remera, un calzón, un pantalón, etc.) que por una innumerable cantidad de misteriosos motivos (generalmente relacionados con el olvido y/o la fiaca) pudo venir a alojarse allí, hasta que llegás a un punto en el que la lógica y la razón vencen a la fuerza bruta y la sinrazón y tomás la decisión correcta: te levantás, o al menos elevás la parte del cuerpo que obstruye el (o al) objeto en cuestión, y lo removés con una facilidad pasmosa, porque siempre el primer intento posterior a la resignación suele ser el que menor esfuerzo requiera para luego sí dar paso finalmente a la forma más apropiada para saltar el inconveniente..

Pero esos segundos, o minutos en el caso de los más testarudos, en los que sos capaz de dejar la vida para quitarte de encima (o debajo) este pequeño gran obstáculo que te impide continuar viviendo en paz contigo mismo son los que verdaderamente testean nuestra templanza.

Esta circunstancia se vuelve aún más compleja cuando uno comparte el lecho con otra persona, por ejemplo cuando quien nos acompaña se encuentra dormitando y obstruye aparatosamente la sábana o frazada que a nosotros nos está faltando. Muchos, fieles a la tradición irlandesa, optan por bancarse el momento, respirar profundo y esperar el momento oportuno para actuar; otros, sin embargo, se resignan con mayor facilidad y son capaces de despertar lisa y llanamente a su concubino/a.

Saludos.
SirThomas.

2 comments:

Dan said...

Cuando uno comparte el lecho con otra persona, lo más complejo es quitarse de encima (o debajo) ese pequeño gran obstáculo. (Especialmente si el obstáculo en cuestión no para de roncar)
La tecnología nos va a dominar algún día, y nos dirá: "Hasta la vista, baby"

SirThomas said...

Aguda observación Dan, gracias por pasar y dejarnos tu comentario.

Saludos.
Sir.