Monday, October 22, 2012

SirHistorias. William Phipps, buscando el tesoro del amor.

La que sigue a continuación es (apenas una parte de) la historia de vida detrás de William Phipps, un humilde trabajador nacido a mediados del 1600 en Maine, Estados Unidos, que se lanzó a la mar en busca de tesoros, fortuna y renombre para conquistar el amor de Mary Spencer, la chica de sus sueños. Si bien Phipps luego llegó a convertirse en un político con cierto poder, de hecho lo nombraron Sir y gobernador de la bahía de Massachussets, lo que aquí nos interesa es su costado aventurero.

(Sir William Phipps, el protagonista de la historia)

Para contar esta singular historia convocamos nuevamente a este foro al señor Alejandro Dolina y la troupe de La Venganza Será Terrible quienes narraron los hechos aquí citados allá por octubre de 2010.

Si lo desean, pueden ir escuchando el audio del programa mientras proceden a la lectura. También pueden optar por descargarse la charla desde el link que les dejamos al final del post (acá me comentan que por momentos puede ocurrir que el audio no se escuche por problemas con la página en la que está alojado pero es cuestión de intentar de nuevo en otro momento y ya).

“... La historia comienza 1641, un día de septiembre, en la Isla La Española, que como sabemos contiene hoy a los países de República Dominicana y Haití. Estaba la gente en Santo Domingo, aglutinada en el puerto, observando a veinte galeones que había fondeados allí. Se trataba nada menos que la famosa “flota de plata”, una flota que llevaba a España tesoros de América recolectados durante dos años. Había platas de las minas de Potosí, perlas de la Isla Margarita, oro del Perú y de Maracaibo, entre otras riquezas. Las naves permanecieron allí unos días y luego, zarparon, iban a zarpar hacia Cádiz.
Se deslizaron hacia mar abierto, navegaron toda la noche hacia el noroeste, y llegaron a unos arrecifes que hay por allí, que era el peligro mayor del viaje, porque luego de franquear ese paso ya tranquilamente podían marchar por mar abierto hasta Europa. Pero justo al llegar a los arrecifes se desató un huracán y los navíos chocaron contra los arrecifes, se hundieron los veinte galeones y murieron 1700 hombres.
Diez años más tarde de aquel episodio, el 2 de febrero de 1651, nació en Maine, un hombre llamado William Phipps. El padre de William era un armero, afortunado en amores que de varias esposas había tenido 27 hijos (por eso lo de afortunado en amores, claro). William fue su hijo número 21.
Siendo niño, William se dedicó a cuidar ovejas, no aprendió ni a leer ni a escribir [bueno para qué? Salvo que le comunicara sus decisiones a las ovejas por escrito]
Cuando fue mayor, y dadas sus condiciones físicas (llegó a medir dos metros y tenía gran fuerza) lo contrataron para hacer trabajos de armado en un astillero. Más tarde, quiso tripular algunas de las embarcaciones que él mismo construía. Aunque soñaba con ser marino al mismo tiempo cortejaba a una hermosa muchacha, llamada Mary Spencer, hija de un Capitán mercante de Boston. En verdad, era muy osado por aquellos tiempos que un simple obrero pretendiera la mano de la hija de un capitán.
Sin embargo, William se presentó en la casa de la muchacha y se le declaró. Le dijo al padre “Bueno, mire yo quiero andar con su hija, etc.”, y lo sacaron a patadas. Como era muy perseverante, el amigo Phipps se presentó tres veces más ... con idéntico resultado. Tiempo más tarde, se plantó frente a la casa de este Capitán, y le gritó desde afuera que conseguiría dinero y dignidad como para poder casarse con Mary. [debió haber sido algo digno de verse, no? Un tipo de dos metros, parado frente a la casa del Capitán gritando “conseguiré dinero y dignidad como para casarme con Mary”, esto lo acotamos pero tiene más gracia si se escucha el audio]
Después de haber construido numerosos navíos, William construyó uno para él y comenzó a utilizarlo. En las escalas que hacía en los distintos puertos conversaba con otros marinos, los oía halar de piratería, de hombres como Morgan, y otros piratas famosos. En una de esas reuniones, Phipps oyó hablar de la tragedia de 1641 (que contamos al inicio de esta historia) e inmediatamente empezó a soñar con eso y en adelante sólo vivió para encontrar el tesoro de la “flota de plata”.
Para llevar a cabo semejante expedición había falta mucho dinero. Phipps, entonces, salió a golpear las puertas de los notables de Boston pero no le dieron bolilla. Para conseguir algún dinero empezó a traficar tabaco de Virginia, se topó con bucaneros y filibusteros, y entre ellos su gran estatura y gran fuerza física le bastaba para hacerse respetar. Pero como estaba desesperado para conseguir lo suficiente como para hacer la expedición, decidió trasladarse a Londres para pedir ayuda.
Era una locura porque él era apenas un colono desconocido y un marino de tercer orden, pero en la primavera de 1682 Phipps entró con su barco en el Támesis, ancló cerca de la Torre de Londres y pidió audiencia con el Rey Carlos II, el de la Restauración.
Y una vez más lo sacaron a patadas (como cuando fue a pedir ayuda a los notables de Boston). Pero como seguía tan perseverante como siempre, se quedó en Londres durante quince meses y todos los días se presentó en las puertas del Palacio, hasta que un día el Rey lo recibió. Parece que Carlos II era un coleccionista de objetos platería y recibió a Phipps para ver si podía acrecentar aquella colección. Phipps le contó la historia de la “flota de plata” y lo convenció a Carlos II. El trato que hicieron fue el siguiente: el Rey se llevaría la mitad de los beneficios y pondría a disposición de Phipps el mejor navío de la flota Real, que era el Mary Rose (o el Rose of Algiers), una fragata de 18 cañones y cien hombres de tripulación. 
 (El Rey Carlos II de Inglaterra)
[Inicio de párrafo anecdótico adjunto]
Tras el acuerdo, Phipps salió a festejar el éxito. Salió muy contento de una taberna a donde había ido a tomar unos tragos y en la calle se cruzó con un magistrado que lo vio borracho y le pidió los documentos (un empleado de la justicia). El marino dijo que era amigo del Rey y acto seguido, lo fajó al magistrado (recuérdese que Phipps medía dos metros y tenía una fuerza hercúlea). Bueno, fue preso.
En ese mismo momento, parece que los cien marinos de la fragata también habían salido a festejar y se trenzaron a puñetazos con todo aquel que se les cruzara en el camino.
[Fin de párrafo anecdótico adjunto]
Finalmente, en enero de 1684 partió la nave, pusieron rumbo a la Española, cuando llegaron Phipps fue a una taberna y en un momento dado oyó un pedido de socorro. Acudió y vio a un anciano acosado por dos ladrones. William aplastó a los bandidos, y el viejo, agradecido, le reveló el secreto que los asaltantes querían arrancarle por la fuerza. Le dijo que él era un sobreviviente del naufragio de la “flota de plata” y le dio preciosas indicaciones sobre el emplazamiento de uno de los galeones (desde luego, le cobró aquellos datos [asi que tan agradecido no estaba]). Phipps, entusiasmado, fue hasta aquel lugar pero no encontró nada. Había caído en manos de un auténtico farsante.
Entonces, como debía rendir cuentas a la corona, se volvió a Inglaterra con las manos vacías. Allí se encontró con que el Rey Carlos II estaba muerto, y el sucesor era Jacobo II que no era muy amigo de los aventureros, que le sacó la nave y lo metió preso durante un año. 
(Jacobo II de Inglaterra)
Cuando salió, el testarudo Phipps buscó la ayuda de algunos nobles, la consiguió, y el Rey Jacobo II, de mala gana, le expidió una autorización oficial.
Salió en 1686 en una nueva expedición y esta vez tuvo éxito. Llegaron a la zona de los arrecifes, construyeron unas piraguas para diez remeros, que era la única manera de navegar por aquellas aguas. Los marineros se zambullían para recoger los tesoros y al cabo de seis semanas llegaron a recolectar 26 toneladas de oro y plata.
Pero no todo fue felicidad, ya que cuando emprendieron el regreso a Londres, en el camino los sorprendieron cuatro corsarios franceses, seis piratas ingleses, veinticinco de la Armada Española, pero Phipps y su tripulación derrotaron a todos.
En junio de 1687 el hombre que había ido a golpear las puertas de Carlos II, vestido con una piel de búfalo, fue recibido con gran pompa por el Rey Jacobo II. Al día siguiente, Phipps fue nombrado Sir, y toda la ciudad de Londres cantaba loas a William Phipps.
Además de Sir, Jacobo lo nombró sheriff de Massachussets, en los Estados Unidos, que todavía dependía de Inglaterra, y también gobernador y capitán general de Maine y Nueva Escocia.
En su regreso a América, le volvió a golpear la puerta a Mary Spencer, pero esta vez el padre silencioso se hizo el piola y le entregó la mano de su hija. William había cumplido 36 años y Mary, con 29, lo había esperado y se casaron (no era muy habitual por aquellos años casarse a esa edad).
Phipps ejerció como gobernador, se hizo respetar en su región, obtuvo una constitución más liberal para su colonia pero hay que decir también que aplastó sin asco toda tentativa de rebeldía. Phipps vivió en tiempos de las “Brujas de Salem”, pero en realidad no le gustaban aquellas persecuciones y si bien es más conocido (o también es conocido) por estos hechos no ampliaremos sobre ello aquí (si alguien quiere aportarnos algún dato, bienvenido será). Hizo una campaña contra los franceses asentados en lo que hoy conocemos como Canadá, atacó Québec, pero fue derrotado por paliza.
En Londres, muchos nobles envidiosos de los favores que le había hecho el Rey, se quejaron y Phipps fue juzgado, así que tuvo que viajar a la capital inglesa para defender su causa, no se defendió bien y entonces jamás pudo regresar a Maine y nunca más volvió a ver a Mary. Lo metieron preso y se murió en una prisión inglesa el 18 de febrero de 1695, a los 43 años. Dicen que como un soñador impenitente reunía en la cárcel informaciones sobre otro tesoro, el tesoro de Bobadilla pero murió antes de poder salir a buscarlo ...”.

El tango que ilustra esta historia es Volver, interpretado por su autor, Carlos Gardel, que es lo que no pudo hacer el bueno de Phipps para ver a su amada Mary y lo que no pudo hacer el almirante Villavicencio (el comandante de la "flota de plata"), y es lo que nadie pudo hacer porque en este mundo no hay nada que se parezca al regreso.

Si desean descargar el audio completo de la charla, incluido el tango de cierre, simplemente deben pasarse por ESTE link y proceder como de costumbre.


Saludos.
SirThomas.

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