Comenzamos el año con una nueva entrega de SirHistorias que en este caso gira en torno a la figura del no tan bien recordado médico alemán Franz Anton Mesmer y la doctrina conocida como "magnetismo animal" (o Mesmerismo). Para algunos un mero charlatán, para otros un adelantado a su tiempo y precursor de la hipnosis, Mesmer llegó a ser muy popular en su época y se rodeó de nobles y personalidades encumbradas del mundo de la música, entre las que se destaca su amistad con Mozart. Además, en esta historia se entremezclan las figuras de Benjamin Franklin, Antoine Lavoisier, Joseph Guillotin, Luis XVI y María Antonieta y un sinfín de actores secundarios. Imperdible.
(El protagonista principal: Franz Anton Mesmer)
Sin más, los dejamos en compañía del genial Alejandro Dolina y la troupe de La Venganza Será Terrible quien con su habitual gracia y genio nos contará la singular historia detrás del mesmerismo. El audio corresponde al programa emitido el 2 de diciembre de 2009 y pueden escucharlo online mientras proceden a la lectura de su transcripción cuasi literal.
"... Franz Anton Mesmer nació el 24 de mayo de 1734 en Iznang,
Alemania, y cursó sus estudios de medicina en la Universidad de Viena. Empezó a
ejercer su profesión de médico entre la población del Imperio Austrohúngaro y pronto ganó fama de “sanador” entre sus pacientes.
Mesmer prefería, como pacientes, a aquellos que
presentaban una personalidad inestable, con tendencia a quejarse de molestias
indeterminadas. Además, prefería atender a las damas antes que a los
caballeros.
El doctor Mesmer se sentaba ante el paciente con sus
rodillas tocando las del enfermo y haciendo que éste lo mirara directamente a
los ojos. Al cabo de un tiempo, el paciente comenzaba a temblar, ponía los ojos
en blanco, hasta caer al suelo preso de convulsiones.
Su fama se fue extendiendo y pronto se sumaron a su
clientela a muchos nobles de la casa imperial. Incluso entabló amistad con
Mozart), que por aquel
entonces tenía veinte años. La amistad entre ambos fue duradera y Mozart
estrenó su primera ópera (Bastien und Bastienne)
en la lujosa mansión del médico. (Ver nota 1)
En el año 1777 Mesmer se dio a conocer en toda Viena
cuando empezó a atender con éxito a una doncella de la emperatriz. La muchacha
se llamaba Theresa Paradis
y era ciega. Sus padres habían tratado de curarla con emplastos, sanguijuelas o
incluso con los últimos descubrimientos en corrientes eléctricas pero sin éxito
naturalmente.
La muchacha presentaba también unos movimientos
convulsivos en los ojos que Mesmer tras dos charlas con ella logró apaciguar,
lo que convenció a sus padres para que la joven sea atendida personalmente por
el extravagante médico. Theresa, tras algunas crisis de temblor y chillidos,
afirmó que podía ver los contornos de las personas que las rodeaban. Si le
pasaban una vela encendida por delante de sus ojos la muchacha daba un grito y
caía desmayada.
Pero el curso del proceso se fue complicando. La pobre
chica sufría todo el tiempo con las nuevas impresiones: le hacía mal la luz del
sol, el cielo, los movimientos de las personas, y se consideraba más
desgraciada que antes. Incluso olvidó cómo tocar el piano, habilidad que tenía
desde la ceguera.
Un día Theresa sufrió un ataque de locura: se arrojó
sobre un sofá y le agarraron vértigos. El padre de la joven corrió hasta la
casa del médico armado con una daga y Mesmer debió huir a toda velocidad. Hasta
la propia emperatriz intervino y dijo: “Que ese médico deje en paz a mi
doncella”.
Mesmer tuvo que mudarse. Vendió su casa, allí donde
habían tocado Mozart, Gluck y Haydn, y abandonó Viena.
Se fue a París, que era un lugar muy propicio para sus
doctrinas. Cuenta un cronista de la época:
“La capital de Francia incluía la rara mezcla que con
tanta frecuencia engendra el deseo de progreso en el conocimiento: fermento
intelectual del más alto orden junto a la más abyecta charlatanería”.
Allí Mesmer alquiló una lujosa vivienda, comenzó a
frecuentar los salones donde se reunía la nobleza y pronto se rodeó de
pacientes y fue poniendo a punto una teoría que pudiera justificar sus manejos.
Eran los tiempos en que se empezaba a estudiar el magnetismo y la electricidad,
y dijo Mesmer que un fluido único y sutil andaba en todo el universo uniendo y
conectando todos los cuerpos. Decidió llamarlo “Magnetismo animal”.
Aseguraba que todos los males corporales se debían al
magnetismo bloqueado. La curación de la enfermedad requería la intervención de
un adepto, de una persona con un magnetismo insólitamente fuerte para localizar
los polos de flujo del magnetismo y luego mediante un masaje se restablecía el
magnetismo normal.
Para poner en práctica esta nueva orientación, inventó
Mesmer lo que él llamaba el “baquet”, el artilugio consistía en un gran balde
metálico que se situaba en el centro de la habitación, el cual se llenaba con
agua magnetizada y con varillas de metal que los pacientes tomaban por sus
extremos. Las terapias grupales consistían en un círculo de veinte o más
sujetos sentados alrededor del balde y sosteniendo las varillas. Supuestamente
el flujo magnético circulaba entre los asistentes y conformaba lo que se
denominaba una “cadena mesmérica”.
Pero con el tiempo las sesiones se fueron poniendo un poquito
más picantes hasta parecerse a orgías directamente, porque hombres y mujeres se
vestían muy ligeramente para que el magnetismo fluyera con mayor facilidad.
Después se daban masajes los unos a los otros, aproximaban sus muslos, se
observaban en espejos instalados en las paredes, en fin, cuando te querías
acordar estabas en brazos de algún señor.
Mesmer también consideraba factores acústicos. En las
sesiones se oía una tenue música de cámara, interpretada por la “armónica decristal”, un instrumento de reciente invención, similar al xilófono, de tonos
etéreos, ideado por Benjamín Franklin.
Varios músicos de la época compusieron obras para este singular instrumento,
entre los que se destaca el propio Mozart, quien incluso le dedicó una de sus creaciones
al mismo Mesmer.
(Franklin y su armónica de cristal, la cual pueden ver en acción en ESTE video)
El mesmerismo se convirtió en el delirio de la alta
sociedad francesa. Sin embargo provocó también polémicas y una gran división
entre los médicos: aparecieron los entusiastas y apologistas por un lado, y un
creciente grupo de escépticos, poro otro.
Entre los entusiastas defensores de esta corriente se
encontraba el Marqués de Lafayette,
que había combatido al lado de los rebeldes norteamericanos frente a los
ingleses. Lafayette siempre abrazaba cualquier causa que le sonara moderna y
quiso exportar su fe mesmérica a los Estados Unidos pero el presidente Thomas
Jefferson no le dio cabida.
Después de seis años de intensa actividad del médico
alemán (Mesmer, quién sino) el rey de Francia Luis XVI
estableció una Comisión Real para investigarlo. Cabe agregar que Mesmer contaba
con el favor María Antonieta, la mujer del rey.
El grupo investigador estaba compuesto por el citado
Franklin, Antoine Lavoisier, uno
de los padres de la química moderna, el doctor Joseph Ignace Guillotin,
impulsor (no así el creador) en Francia del dispositivo mecánico para ejecutar
a los condenados a muerte que lleva su nombre, y el astrónomo Jean SylvainBailly, entre otros. Se
aplicó el método científico de comprobación de los hechos.
Como primera prueba, el grupo de investigadores decidió
experimentar en carne propia una sesión de “baquet”. Entonces, Guillotin,
Franklin y Lavoisier se sentaron alrededor del balde, se tomaron de las manos y
al poco tiempo Franklin miró de reojo a Lavoisier y pronto todos empezaron a
reírse a carcajadas. La prueba no pudo continuarse aduciendo que a lo mejor no
estaban lo suficientemente enfermos.
Luego, decidieron someter a terceras personas al poder de
sugestión. Lavoisier diseñó una serie de experimentos que fueron realizados en
la casa de Franklin. Para ello, el norteamericano pidió a Mesmer que
magnetizara uno de los árboles de su jardín, y después un muchacho del que
Mesmer certificó que era sensible al magnetismo, se presentó sin saber qué
árbol había sido magnetizado y empezó a
abrazar los troncos uno a uno. Esto fue con agitación creciente. Al tercer
árbol dijo: “cada vez me siento más magnetizado”, y al cuarto cayó inconsciente
al piso después de gritar “es este”. Los tres comisionados le dijeron a Mesmer
que el muchacho había abrazado todos los árboles menos el que ellos habían
magnetizado, a lo que el médico alemán contestó que todo árbol tenía cierta
magnetización natural.
(Algo así pudo haber sido el experimento con los árboles)
La siguiente prueba consistió en vendar los ojos a una
mujer a la que le dijeron que Mesmer estaba en la habitación y que la estaba
llenando de magnetismo. Pero Mesmer no estaba allí en realidad. La mujer igual
empezó a temblar, a sudar, y finalmente a presentar las convulsiones típicas de
una crisis mesmérica. Después probaron con la misma mujer pero sin la venda, y
le dijeron que Mesmer estaba en la habitación contigua dirigiendo pases
magnéticos con sus manos hacia ella, lo cual era nuevamente falso ya que Mesmer
no se encontraba en el lugar, y sin embargo el resultado fue el mismo: temblor,
agitación y crisis.
El informe de la Comisión fue demoledor: la facultad de
medicina exigió a una veintena de médicos que abandonaran el método mesmérico
que algunos habían adoptado.
Mesmer intentó persistir durante algún tiempo en sus
actividades pero la gente ya no le creía. Luego estalló la Revolución, desaparecieron
los salones se había desarrollado el mesmerismo, es decir los salones de los
macanudos a donde se reunía a charlar la nobleza, tras lo cual tuvo que
abandonar París y viajó a Londres, ya con sesenta años emigró de nuevo a Viena
en donde fue acusado de sospechoso de “jacobinismo” y encarcelado.
Después de que se demostró su inocencia, al menos en ese
rubro, fue arrojado de la ciudad, y el fracaso Mesmer tuvo que volver a su
pueblo natal pidiendo limosna. Falleció en 1815 a los 81 años de edad.
Pero esta historia tiene un epílogo: uno de los
discípulos de Mesmer, el Marqués de Puységur,
publicó un libro en donde explicaba sus experimentos. Y durante sus sesiones de
mesmerismo surgió la siguiente experiencia: uno de sus pacientes en lugar de
agitarse y convulsionarse cayó en un estado de sueño profundo. Y sin
despertarse, se levantó y empezó a caminar. Durante ese estado el joven
respondió a todas las preguntas que se le hicieron y obedeció a órdenes
sencillas. Cuando despertó no recordaba nada de lo acontecido. El Marqués de Puységur
aprendió la técnica de provocar este sueño convulsivo y se dedicó a practicarlo
con entusiasmo en varias personas.
La Revolución también terminó con todo aquello, hasta que
en el Siglo XX, Sigmund Freud
comenzó a utilizar esta técnica en sus estudios sobre el subconsciente.
El Marqués había descubierto la hipnosis. Tratando de
aplicar el mesmerismo empezó a hipnotizar a las personas ...".
Adorna la charla la canción “Falsa moneda”, interpretada por Imperio Argentina.
Un buen artículo sobre Mesmer pueden leer en ESTE link (Revista de Psicología Científica).
La imagen de los árboles la sacamos de este OTRO link en donde se cuenta la evolución del mesmerismo y quiénes siguieron adelante con tal doctrina.
Video, en inglés, sobre el origen y evolución del mesmerismo, pueden ver ACÁ.
Y de yapa, tal y como lo pueden ver AQUÍ el trailer de la película Mesmer, estrenada en el año 1994 y protagonizada por el genial Alan Rickman (como Mesmer), ganador del premio al mejor actor en el festival de Montreal por este papel, y Amanda Ooms, como Theresa Paradis. El film se centra sobre todo en la relación de Mesmer con Paradis, el tratamiento que le prodigó, las técnicas que utilizaba, y un poco sobre su estadía en París en donde se le hace el "juicio" que acabaría con su reputación.
Nota 1: Cabe señalar que si le hacemos caso a la cronología, al momento del estreño de la obra mencionada, Mozart contaba tan sólo con 12 años, y según varias fuentes en las que se habla del tema no está del todo acreditado que efectivamente se haya estrenado en casa de Mesmer, quien en realidad tenía trato amistoso con Leopold, el padre de Mozart.
Saludos.
SirThomas.
2 comments:
Hay algo innegable, el SIR es un estudioso!
Muchas gracias Leti!
Saludos.
SirThomas.
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