El último jueves me apersono en el monono local que la afamada marca de ropa L*gacy tiene en la Avenida Santa Fe al 1300 con la firme intención de adquirir nuevas prendas con las cuales vestir mi cuerpecito.
Realizada la investigación previa, observando vidrieras de una y otra marca, de uno y otro local, comparando precios y modelos (aunque éstos no suelen variar demasiado por más que uno varíe de local) mis ojos se habían posado en un par de camisas que reunían las características (precio y diseño, básicamente) necesarias para que llamen mi atención.
Al ingresar al local, el vendedor del mes (o al menos eso parecía, dada la enorme sonrisa que no podía dejar de presentar frente al eventual cliente, en este caso, yo) me recibe con su mejor buena onda al grito de: ¿en qué te puedo ayurar, andás buscando algo en especial?
Yendo directo al grado, le impeto, con gran poder de síntesis: - Hola, sí qué tal? Camisas, manga corta, extra large (confiado en que me mostraría aquellos modelos que habían llamado mi atención previamente).
Dicho lo dicho, comienza una travesía interminable rumbo al sector “camisas de manga corta, tamaño extra large”, ubicado en la zona menos iluminada, oscura, sombría, alejada, por si faltara algo, pequeña del local; en el trayecto, hacia ambos costados, se podían observar centenares de camisas de diferentes motivos. Hombres y niños observando felices y contentos, los diversos modelos que tenían a su disposición.
Llegamos a destino, y el mismo vendedor, ya sin la sonrisa del comienzo, modificada posiblemente al ver mi cara de desagrado, tras la extensa travesía y notar lo que noté al llegar al sector “camisas de manga corta, tamaño extra large”: unas tres o a lo sumo cuatro hileritas de camisas, cada una diferente e igual a la otra que en nada se parecían a las vistas en vidriera previamente.
- A esto sólo tenés en extra large?
- Eeeh, sí, en este tamaño, no tengo más modelos que estos que ves acá.
- Bueno, gracias, hasta luego.
Cabizbajo, apenado, humillado, pero con la templanza intacta, me retiro del lugar sin mirar atrás.
Realizada la investigación previa, observando vidrieras de una y otra marca, de uno y otro local, comparando precios y modelos (aunque éstos no suelen variar demasiado por más que uno varíe de local) mis ojos se habían posado en un par de camisas que reunían las características (precio y diseño, básicamente) necesarias para que llamen mi atención.
Al ingresar al local, el vendedor del mes (o al menos eso parecía, dada la enorme sonrisa que no podía dejar de presentar frente al eventual cliente, en este caso, yo) me recibe con su mejor buena onda al grito de: ¿en qué te puedo ayurar, andás buscando algo en especial?
Yendo directo al grado, le impeto, con gran poder de síntesis: - Hola, sí qué tal? Camisas, manga corta, extra large (confiado en que me mostraría aquellos modelos que habían llamado mi atención previamente).
Dicho lo dicho, comienza una travesía interminable rumbo al sector “camisas de manga corta, tamaño extra large”, ubicado en la zona menos iluminada, oscura, sombría, alejada, por si faltara algo, pequeña del local; en el trayecto, hacia ambos costados, se podían observar centenares de camisas de diferentes motivos. Hombres y niños observando felices y contentos, los diversos modelos que tenían a su disposición.
Llegamos a destino, y el mismo vendedor, ya sin la sonrisa del comienzo, modificada posiblemente al ver mi cara de desagrado, tras la extensa travesía y notar lo que noté al llegar al sector “camisas de manga corta, tamaño extra large”: unas tres o a lo sumo cuatro hileritas de camisas, cada una diferente e igual a la otra que en nada se parecían a las vistas en vidriera previamente.
- A esto sólo tenés en extra large?
- Eeeh, sí, en este tamaño, no tengo más modelos que estos que ves acá.
- Bueno, gracias, hasta luego.
Cabizbajo, apenado, humillado, pero con la templanza intacta, me retiro del lugar sin mirar atrás.
Saludos.
SirThomas.
6 comments:
Desgarrador...
Templanza. No queda otra.
Bien, gracias por el apoyo Zerín.
Saludos.
una vez mas te banco a morir querido Sir.-
Durante mis dolorosos 29 años sufri la falta de calzado.-
En mi caso no fue un XXL, mi mal fue calzar 48 a los 17 años.-
me encaminaba, ilusionado, a cualquier zapateria...
Dicha ilusion terminaba cuando el PUTO vendedor
solo traia 2 pares de zapatillas con el discreto diseño de las que usan los jugadores de la NBA.-
Con el tiempo me puse viejo y teckno,
las sociedades fueron avanzando...
racing gano un campeonato local...
y las empresas deportivas se acordaron de los pibes sin "CHAMPIONES"...
Demasiado tarde... el daño fue solucionada por esa preciosa psicologa.
Good Show Thmas.
Las que se lo pierden son las camisas...no hay dudas.
Meme.
Estupendo el comentario. Gracias por la solidarización y dejarnos el crudo testimonio, acorde a lo que apuntábamos en el post.
Saludos.
Anonymous.
Sin dudas.
Saludos.
Sir Thomas con sus camisas extra-large.... Meme con su número 48 de calzado... ¡Esos son hombres, carajo, y no un alfeñique de 44 kilos! A llevarlo con orgullo, señores!
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