Monday, December 29, 2014

SirMitos. Calentar el motor del auto ¿Mito o realidad?

Compartimos con nuestros lectores una duda que le surgió a nuestro redactor en jefe y que hizo pública a través de su muro personal de faceb**k. En exclusiva para el blog, incluimos las respuestas que nos brindaron luz ante tanta oscuridad.

 (SirFather, calentando los motores de un antiguo escarabajo)


[La inquietud del día] Reconociendo, como primera medida, mi supina ignorancia en cuasi todo lo que rodea al rubro automotor, la pregunta es la siguiente:

... con lo moderno que se han vuelto los motores de los autos actuales aún sigue siendo necesario "calentarlo" unos minutos (digamos) previamente a su puesta en marcha, entendiendo esto último como "arrancar el auto".

Por otro lado, o por el mismo, cabría preguntar también si todos los nuevos motores vienen con todo computarizado y demás, o algunos (supongamos los más económicos) conservan la estructura y mecanismos de los de hace 10-15-20 años atrás.

Cabe la posibilidad, también, de que lo de "calentar" el motor sea otra más de las mentiras que nuestros padres nos decían de chicos para que nos portáramos bien en el colegio. “Oh niño, pórtate bien o te mando a calentar el motor del AMI 8”, era una de las frases que más se oían en las casas bonaerenses a mediados de los ochentas.

Las respuestas de nuestros “lectores” fueron las siguientes:

Fede Poore: No soy un experto en la materia, ni mucho menos, pero tengo entendido que esto de "calentar el motor" (entendiendo por esto el encendido del motor durante unos tres o cinco minutos antes de su puesta en marcha) es más bien una práctica invernal, que contribuye a que el motor no se congele durante las bajas temperaturas. No sé si tiene mucho sentido si el auto es más o menos nuevo y si la temperatura ambiente es de 25° C.

Cintia B. En mi autito año 96 no hace falta calentarlo! Hay que llevarlo a una velocidad moderada los primeros cinco a diez minutos para que "caliente" el motor.

SirThomas responde: Excelente!

Fede: Ahora que lo mencionas, recuerdo que sí (sí, qué?) que en invierno el ritual era más habitual o se demoraba más que en épocas de mayor temperatura. Sentadito el Roach Team aguardaba a que SirFather concluyera con la rutina mientras intentábamos mantener una temperatura corporal adecuada.

Cintia: Estupendo el dato como para darnos una idea sobre a partir de qué año ya no es necesario cumplir con el modus operandi cuestionado. 

El Tío Cucum: Si no se calienta el motor, cuáles serían las apocalípticas consecuencias?

SirThomas: Es muy buena tu pregunta; no sabría qué responder! Si se lo calienta debido a las bajas temperaturas no creo que pase otra cosa más que una suerte de pseudo congelamiento temporal de los mecanismos que integran el motor en sí; si se arranca de una qué pasará; sólo los valientes que se animaron a tamaña hazaña nos lo podrían contar.

Luego de varios días de silencio esta última incertidumbre quedó pendiente, con lo que algún lector que sepa del tema nos lo podría responder; lo mismo con aquella duda respecto de las “computadores” dentro de los motores.

El dictamen final, una vez recogidas las opiniones de quienes opinaron sería: si el auto tiene una antigüedad no superior a los 20 años no hace falta calentarlos; caso contrario, en épocas de baja temperatura, es recomendable hacerlo.

Saludos.
SirThomas.

Monday, December 22, 2014

SirBlogs. Séptimo aniversario del blog.

Un día como hoy pero en realidad un 11 de noviembre de 2007, este espacio conocido como El Blog de SirThomas o El Maldito Irlandés hacía su presentación oficial en la red de redes (?), cumpliendo al día de la fecha su séptimo aniversario pululando en este mágico y maravilloso mundo.
 
Como solemos hacer habitualmente en este tipo de repasos, aquí van los mejores cinco posts que recomendamos para su relectura o su descubrimiento, dependiendo el caso. Al revisar el año, caímos en la cuenta de lo poco que hemos publicado este año, sin dudas el de menor producción en estos siete años, lo que se debe a un sinnúmero de factores que no viene al caso comentar ahora mismo pero que presumiblemente se podrán imaginar, o no. Por esto, también dudamos en hacer el post aniversario pero por historia y por respeto al blog y a nuestros humildes y fieles lectores decidimos publicarlo. La idea es volver a retomar el ritmo de años anteriores pero no podemos prometer regularidad ni que esto se vaya a cumplir.
(Una copita para acompañar)
Acompañan el repaso algunas imágenes de la celebración cumpleañera de nuestro redactor en jefe.
(La torta por dentro)
 
- SirEncuestas. Tira de asado ¿Sí o no? Una de las compulsas más polémicas de los últimos años que puso en serio riesgo la tan mentada popularidad del corte vacuno en discusión. Los resultados sorprendieron a más de uno.
 
- SirThomas estableció un nuevo record. Artículo que narra algo pocas veces visto antes en la historia de los trámites burocráticos: dar dos veces mal el teléfono.
 
- SirHistorias. La curiosa muerte y Moliere y otros nueve decesos extraños. Post en el que se comentan diez muertes que sucedieron bajo extrañas o insólitas circunstancias.
 
- SirNo. A las toallas que no secan. El artículo de más reciente publicación lo que no le impide formar parte de este repaso anual.
 
- SirColchones. Restos de la colección 2012-2013. No podía faltar (o sí) un artículo de una de las secciones emblemáticas del blog.
 
Saludos.
SirThomas.

Wednesday, October 01, 2014

SirNO. En este blog le decimos NO a las toallas que no secan.

Así de simple, así de sencillo, así de directo.

[El que quiera puede seguir leyendo, el que no, puede quedarse con lo ya dicho que es más que suficiente, además de que cada cual tendrá en su propio ser o estar, parecer o semejar, las razones que expliquen este fenómeno].

 (Una toalla que sí seca)

Por razones que nuestro staff de periodistas no ha podido dilucidar estos engendros (las toallas que no sean) se ofrecen aquí allá y en todas partes. Las podemos encontrar en blanquerías o negocios del ramo pero también a la vuelta de la esquina, en los mini, super e hiperrmercados, galerías comerciales y otros tantos recovecos. Empresarios, caballeros de industria o simples comerciantes inescrupulosos quieren hacernos caer en la trampa poniendo al alcance de nuestra mano (luego de intercambiar un monto x de dinero, algo que no escapa a las leyes generales del comercio) un producto que no cumple con la función para la que fue imaginado, soñado, ideado, pensado, creado: secar (o bien absorber mediante un complejo mecanismo el agua o la humedad que uno desea hacer desparecer, ya sea de su propio cuerpo, del ajeno o de superficie u objeto x, ya que este mismo comportamiento lo podemos observar en lo que comúnmente conocemos como “repasadores”).

Las teorías e hipótesis que a lo largo de la historia reciente han intentado encontrarle sentido a este extraño fenómeno son tantas que sería harto tedioso repasar cada una de ellas pero expertos en sociología textil coinciden en sentenciar que básicamente y en idioma criollo para que todos podamos entenderlo, se trata de un típico caso de “aparentar algo que no se es”.

Consultado por miembros de este blog, el experto Roberto Polverigiani nos explicó que “algunas de las toallas que están al alcance de la mano del consumidor promedio prometen más de lo que terminan siendo porque llevan impregnado en su ADN esto de aparentar ser algo que en realidad no son. Fíjense ustedes que por un lado hacen gala de su suavidad, que si bien es recibida positivamente por el cliente, al mismo tiempo es una cualidad absolutamente innecesaria o superflua, y en definitiva esto termina perjudicando al usuario ya que quizás, sólo quizás, por prestarle atención a este aspecto secundario dejan de cumplir con su función primigenia: secar aquello que está mojado, sea nuestro cuerpo, sea la superficie de la mesa [para el caso de los repasadores que tampoco son ajenos a este flagelo], sea el orín del gato que tenemos por mascota y al que bautizamos Ernesto, o lo que fuere”, concluye Polverigiani improvisando un paso de comedia mientras acomoda su tupido bigote.

Si bien los especialistas aún no han podido determinar el origen de este fenómeno, Polverigiani, doctor honoris causa de la Universidad de Villa General Mitre, sostiene que “por la información y los casos que se han relevado en los últimos años, todo pareciera indicar que esta anomalía se remonta a los inicios de la convertibilidad, cuando cientos de miles de productos chinos o japoneses invadieron los comercios argentinos a valores más “competitivos” o “económicos” (por no decir baratos) pero con su consabida mala o baja calidad”. Para hacerle frente a esta situación, agrega, “algunos industriales locales no tuvieron mejor idea que copiar dichos productos, y con el propósito de abaratar costos en el proceso de fabricación se inclinaron por utilizar telas impermeables “baratas” que importaron de China o Japón, duplicando así la oferta de este tipo de toallas en el mercado local, con las consecuencias detestables que se podrán imaginar”. Claro que nos las imaginamos Doctor. Le agradecemos su aporte y lo despedimos hasta la próxima.

Más allá de las teorías aquí esbozadas, queda claro que es un flagelo que hay que desterrar. 

Seguramente usted, estimado lector, se ha llevado más de un chasco al encontrarse en su vida con este tipo de toallas que incluso tras un proceso de gastamiento importante o de exponerlas al abrasivo sol de enero continúan con el comportamiento errante aquí denunciado. En ocasiones, sólo en ocasiones, esa suavidad que presentan en el primer o segundo uso desaparece tras el primer o segundo lavado y su correspondiente secado; en ocasiones no.
 
Haga oír su voz, proteste y ayúdenos en esta cruzada. Basta de toallas que no secan.


Saludos.
SirThomas.

Wednesday, September 24, 2014

SirPictures. X Para Todos IX. Catequesis.

Una nueva y brevísima entrega de esta sección a la que parecería haberle pasado su "cuarto de hora". Olor a ciclo cumplido.

Visto en avenida Cabildo 3600 (parroquia de la santísima trinidad)



Saludos.
SirThomas.

Wednesday, September 03, 2014

SirEncuestas. Patear como sinónimo de caminar. ¿A favor o en contra?

Como ya se ha hecho costumbre, el redactor en jefe de nuestro blog abrió una nueva compulsa a través de su cuenta personal de la red social f*cebook y los resultados, que aquí compartimos, han sido sorprendentes.

Las opciones:
A) A favor: lo uso, me parece que está bien, etc.
B) En contra: no lo uso pero respeto a quienes sí lo hacen
 (SirThomas cruza caminando la avenida Corrientes. Imagen de archivo)

Decimos que los resultados nos sorprendieron porque a priori la sensación que reinaba entre los integrantes de nuestro staff era que (casi) todo el mundo utilizaba el término "patear". Parece que estábamos equivocados.

Los resultados:
A) 0
B) 7 (Sir, Nati, El Sebas, Telma, Ani, Pat Pat, Rocky)

Abrumadoras estadísticas.

Y ya que hablamos del caminar por qué no compartir con ustedes tres historias de caminantes famosos. Personajes célebres (o no tanto) de la historia que por alguna razó u otra cosecharon fama por sus largas caminantes (al menos para los propósitos de este post, dejando de lado cualesquiera hayan sido sus logros más importantes). Datos e historias que hemos extraído de la charla del 26-06-2013 de La Venganza Será Terrible y que pueden escuchar a través de ESTE video.


Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el (segundo) adelantado.
El primero de los caminantes que reseñaremos es Alvar Núñez Cabeza de Vaca. En sus crónicas, reunidas en su libro Naufragios, Cabeza de Vaca da cuenta de la caminata que emprendió con los tres compañeros que sobrevivieron junto a él de un naufragio (de una misión comandada por Pánfilo de Narváez) que los dejó en la Florida.

Cabeza de Vaca caminó desde La Florida y dejó constancia de sus peripecias de un modo escueto y modesto. La narración comienza diciendo: “Cuento esto así brevemente porque no hay necesidad de contar las miserias y los trabajos en que nos vimos”. A pesar de los cual no se privó de narrar los terribles sucesos que le tocaron en suerte.

Alvar caminó hacia el oeste y llegó hasta el Golfo de California, cruzando los actuales estados de La Florida (de donde partió, claro), Georgia, Alabama, Mississippi, Luisiana, Texas, Nuevo México, Arizona, hasta llegar a California. Un pequeño detalle para quienes quieran emular sus andanzas: iban descalzos y desarmados, con todos los peligros que ello implica. En el camino Cabeza de Vaca se alimentó de arañas, culebras y estiércol de venado.

Llegó finalmente a colonias españolas en 1536 en territorios en donde hoy se erige la ciudad de Los Ángeles. Ocho años tardó en hacer esta caminata.

Años más tarde, en una segunda aventura, viajó a Sudamérica pensando llegar hasta Asunción con tanta mala suerte que se le averió el barco cuando estaba llegando a la isla de Santa Catalina. ¿Qué hizo? Se fue caminando. Cruzó todo el Brasil y llegó finalmente a la meta.

En el trayecto, Cabeza de Vaca y sus hombres tuvieron el privilegio de ser los primeros europeos que vieron los altos (cataratas) del Iguazú, aunque cabe acotar que aquél encuentro fue horroroso para los propósito de la expedición porque tenían que cruzar el río y hacerlo por allí no era tarea para nada sencilla (por no decir imposible); con lo cual tuvo que desandar una buena cantidad de kilómetros para lograr un buen cruce.
A propósito de este “descubrimiento”, el expedicionario describió: “el río da un salto por unas peñas abajo muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto dos lanzas y más.”, más claro, echale agua


Andrés Docampo. 
Sin embargo, dicen que existió un caminante más osado que Núñez. Se llamaba Andrés Docampo* y no muchos lo recuerdan. Cabeza de Vaca caminó más de diez mil millas (poco más de 16 mil kilómetros). Docampo pasó de las veinte mil (32 mil km). Su andar duró nueve años.

Este segundo caminante comenzó sus aventuras allá por 1540 para huir de los indios que lo mantenían prisionero en Kansas. Pertenecía a un grupo de misioneros cristianos. Su recorrido duró más de la cuenta básicamente porque estaba perdido. Logró escapar y llegó hasta el extremo sur de México, luego de dar mil vueltas (ni una más) por los desiertos hasta que llegó a una colonia en donde lo recibieron como a un resucitado.

Todo este trayecto no le sirvió de mucho a Docampo porque luego de descansar un tiempo en Tampico, a donde había llegado, se largó nuevamente a desandar los caminos pero ya nadie supo más nada sobre él. Posiblemente haya batido todos los récords pero como no se tuvieron más noticias sobre su paradero ni se pudo documentar, pues, quedó en la nada.

Edward Payson Weston, el profesional.

Alvar y Docampo fueron caminantes involuntarios. No tenían más alternativas que caminar para salvar sus vidas. No es el caso de nuestro tercer caminante: Edward Payson Weston, norteamericano de pura cepa.

Se hizo célebre como resultado de una apuesta que había hecho con un amigo sobre la elección presidencial de 1861. Los términos de la apuesta establecían que el perdedor debía caminar desde Boston hasta Washington en diez días consecutivos, para llegar a tiempo para ver la toma de posesión de mando del nuevo presidente. Esta ceremonia debía realizarse el 4 de marzo de 1861. El recorrido total era de 770 kilómetros. El ganador de aquella elección fue Abraham Lincoln. Weston, desde luego, se había inclinado por su rival (o alguno de ellos, ya que eran tres –Douglas, Breckinridge y Bell) por lo que perdió la apuesta.

Hombre de palabra, Weston comenzó su caminata el 22 de febrero. Un cortejo de curiosos lo acompañaba entre gestos de asombro y bitores. Los primeros ocho kilómetros los hizo en 47 minutos y luego redujo la velocidad para promediar cinco kilómetros por hora. Conforme pasaban los días, el curioso evento generaba más expectativas. En cada ciudad a la que arribaba, lo esperaba una multitud. Cuentan que las muchachas, lo abrazaban y besaban cual rock star y le pedían que entregara esos besos al flamante presidente.

Llegó al Capitolio el 4 de marzo a las cinco de la tarde. Lamentablemente no pudo arribar a tiempo para la asunción de Lincoln aunque pudo asistir al baile oficial que se hizo esa misma noche.

Esta, su primera gran caminata, Weston la hizo para cumplir con la apuesta perdida pero a partir de allí lo hizo para ganar dinero. La gente apostaba para verlo cumplir sus recorridos. En distancias de mil millas podía conservar un ritmo en sus pasos tan sostenido que ni los caballos de los jueces podían seguirlo. Era necesario proveer de relevos a los caballos de quienes estaban encargados de controlar los tiempos del caminante.

Cuando realizaba las pruebas, Weston solía vestir pantalones ajustados, zapatos de cuero, un sombrero hongo, guantes de seda, acompañado de un liviano bastón que utilizaba para espantar a los perros que le entorpecían la carrera.

En algunas ocasiones, cuando corría con ventaja sobre los horarios establecidos, Weston se detenía para charlar con los vecinos de los pueblos que atravesaba, visitaba admiradoras y asistía a servicios religiosos.

(Weston en alguna de sus caminatas que lo hicieron célebre)

Weston continuó con sus actividades pedestres hasta los 74 años. Su última prueba fue New York- Minneapolis, que son 2.474 kilómetros y los hizo en 51 días. Al retirarse, había cosechado una pequeña fortuna.
Su final fue un tanto curioso: un día de 1927, mientras caminaba por las calles de Brooklyn, lo pisó un auto. Las heridas del accidente lo dejaron maltrecho y pasó el resto de sus días en silla de ruedas. Falleció dos años después mientras dormía.

*Con este nombre no pudimos encontrar demasiada información aunque sí lo hemos podido localizar en algún que otro libro; quizás se deba a un error de transcripción del audio original, quizás a que es un personaje más entre tantos que anduvieron recorriendo estos lares.


Saludos.
SirThomas.