[El que quiera puede seguir leyendo, el que no, puede
quedarse con lo ya dicho que es más que suficiente, además de que cada cual
tendrá en su propio ser o estar, parecer o semejar, las razones que expliquen
este fenómeno].
(Una toalla que sí seca)
Por razones que nuestro staff de periodistas no ha podido
dilucidar estos engendros (las toallas que no sean) se ofrecen aquí allá y en
todas partes. Las podemos encontrar en blanquerías o negocios del ramo pero
también a la vuelta de la esquina, en los mini, super e hiperrmercados,
galerías comerciales y otros tantos recovecos. Empresarios, caballeros de
industria o simples comerciantes inescrupulosos quieren hacernos caer en la
trampa poniendo al alcance de nuestra mano (luego de intercambiar un monto x de
dinero, algo que no escapa a las leyes generales del comercio) un producto que
no cumple con la función para la que fue imaginado, soñado, ideado, pensado,
creado: secar (o bien absorber mediante un complejo mecanismo el agua o la
humedad que uno desea hacer desparecer, ya sea de su propio cuerpo, del ajeno o
de superficie u objeto x, ya que este mismo comportamiento lo podemos observar en
lo que comúnmente conocemos como “repasadores”).
Las teorías e hipótesis que a lo largo de la historia
reciente han intentado encontrarle sentido a este extraño fenómeno son tantas
que sería harto tedioso repasar cada una de ellas pero expertos en sociología
textil coinciden en sentenciar que básicamente y en idioma criollo para que
todos podamos entenderlo, se trata de un típico caso de “aparentar algo que no
se es”.
Consultado por miembros de este blog, el experto Roberto Polverigiani
nos explicó que “algunas de las toallas que están al alcance de la mano del
consumidor promedio prometen más de lo que terminan siendo porque llevan
impregnado en su ADN esto de aparentar ser algo que en realidad no son. Fíjense
ustedes que por un lado hacen gala de su suavidad, que si bien es recibida positivamente
por el cliente, al mismo tiempo es una cualidad absolutamente innecesaria o
superflua, y en definitiva esto termina perjudicando al usuario ya que quizás,
sólo quizás, por prestarle atención a este aspecto secundario dejan de cumplir
con su función primigenia: secar aquello que está mojado, sea nuestro cuerpo,
sea la superficie de la mesa [para el caso de los repasadores que tampoco son
ajenos a este flagelo], sea el orín del gato que tenemos por mascota y al que
bautizamos Ernesto, o lo que fuere”, concluye Polverigiani improvisando un paso
de comedia mientras acomoda su tupido bigote.
Si bien los especialistas aún no han podido determinar el
origen de este fenómeno, Polverigiani, doctor honoris causa de la Universidad
de Villa General Mitre, sostiene que “por la información y los casos que se han
relevado en los últimos años, todo pareciera indicar que esta anomalía se
remonta a los inicios de la convertibilidad, cuando cientos de miles de
productos chinos o japoneses invadieron los comercios argentinos a valores más
“competitivos” o “económicos” (por no decir baratos) pero con su consabida mala
o baja calidad”. Para hacerle frente a esta situación, agrega, “algunos
industriales locales no tuvieron mejor idea que copiar dichos productos, y con
el propósito de abaratar costos en el proceso de fabricación se inclinaron por
utilizar telas impermeables “baratas” que importaron de China o Japón, duplicando
así la oferta de este tipo de toallas en el mercado local, con las
consecuencias detestables que se podrán imaginar”. Claro que nos las imaginamos
Doctor. Le agradecemos su aporte y lo despedimos hasta la próxima.
Más allá de las teorías aquí esbozadas, queda claro que es
un flagelo que hay que desterrar.
Seguramente usted, estimado lector, se ha
llevado más de un chasco al encontrarse en su vida con este tipo de toallas que
incluso tras un proceso de gastamiento importante o de exponerlas al abrasivo
sol de enero continúan con el comportamiento errante aquí denunciado. En
ocasiones, sólo en ocasiones, esa suavidad que presentan en el primer o segundo
uso desaparece tras el primer o segundo lavado y su correspondiente secado; en
ocasiones no.
Haga
oír su voz, proteste y ayúdenos en esta cruzada. Basta de toallas que no
secan.
Saludos.
SirThomas.
6 comments:
Es verdad las toahallas que no secan tienen mas nylon que algodon y deben ser mas economicas para fabricar
Rocky
Es un dato que los especialistas se ve que no manejaban. Gracias Rocky.
Saludos.
Sir.
Te la hago simple: FIJATE LA CANTIDAD DE COTTON CONTRA LA DE ACRYLIC u otros materiales espurios. Eso sí, no trates de secarte (*siguiendo la lógica) con un paquete de algodon estrella, porque no funciona. Tengo amplios experimentos de campo a respecto. :(
Excelente, gracias por el aporte Z!
Saludos.
Sir.
Muy buena reseña! Hay algo aún peor y que se da en los baños públicos (se puede hacer la experiencia en el McPato más cercano), el dilema "servilleta de papel o secador automático". Todos sabemos que este último consume mucho tiempo y nunca seca del todo, pero ¿alguien observó la calidad de las servilletas de papel? yo creo que se las están choreando de las mesas de las pizzerías de barrio.
Muy buena nota, corrí enseguida a revisar la etiqueta de la toalla de mi baño, recordando que había pagado una fortuna por ella y sentí algo de alivio al leer ¡98% algodón-2% poliester!
Seguiremos de cerca el caso
Saludos a Ernesto!
Abrazo Sir
Correctísima apreciación don Frodo. Lo de las servilletas no lo tengo tan estudiado en los locales de comidas rápidas (en mi época (?) solían ser absorventes) pero si como usted dice (en lo que le doy la derecha) éstas (las servilletas) se están mimetizando con aquellas que se nos ofrecen en las "pizzerías", malos tiempos nos esperan. A propósito de estas últimas, siempre estoy a punto de postear en el blog mi odio hacia ellas...
Me alegro que la fortuna que pagó por la toalla no haya sido en vano.
Saludos.
Sir.
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