Wednesday, May 12, 2010

SobreSir. Mi primera vez fue a los 30 / Espera inútil.

Por primera vez desde que tengo memoria, porque vaya uno a saber, quizás cuando estaba en gestación, o en mis primeros años de existencia, me tocó pasar por una situación como la que narraré.

Resulta ser que el sábado pasado, junto a un grupo de amigotes, nos apersonamos en el restaurante/bar elegido con el firme propósito de pasar una velada cordial, alegre, divertida. Ya habíamos asistido a este reconocido local ubicado en algún rincón de alguno de los palermo (según el instinto de mi brújula mental, ya que no suelo rondar por esos lares, por la dirección y su ubicación real, ni idea).

El lugar.
El lugar reúne ciertas características que lo han convertido en el sitio preferido al momento de realizar este tipo de reuniones joviales: buen precio (o sea, dentro de los valores que se manejan hoy en el mercado gastronómico, barato), buen ambiente, atención aceptable, comida que se deja comer lo más pancha, y, quizás su mayor atractivo, la posibilidad cierta, real y verdadera, de juguetear con nuestros compañeros de mesa a alguno de los juegos (por ejemplo, el TEG) que allí ofrecen los señores dueños del local y que están a disposición de nosotros los clientes para que pasemos la mejor de las veladas y la recordemos por el resto de nuestras vidas (o al menos pasar un momento agradable).

Hasta allí, no hay ninguna novedad importante. Pero qué fue lo que me ocurrió por primera vez?

No disponible.
Bueno, como no había ocurrido nunca antes en ocasiones como la del último sábado (junto a este mismo grupo de amigos) y tampoco en mis treinta años de existencia, el lugar no tenía mesas "grandes" disponibles, no se podía ingresar, había que esperar. En el pasado, se había tomado la precaución de llegar "temprano" (porque, aparentemente, es un lugar que de un tiempo a esta parte se popularizó bastante y entonces, bueno, todos quieren ir, bla bla bla, aunque no creo que entre en la categoría "lugar de moda").

No sólo "nosotros" nos quedamos afuera, claro, sino que también había otras tantas personas en la misma situación, con lo cual se comenzó a formar una cola de espera con gente que aguardaba pacientemente que alguna de las mesas se desocupara para ocupar ellos su lugar.

Ante la situación consumada, uno del grupo se transformó en nuestro líder y voz de protesta ante las autoridades del lugar. Se encargó, primero, de reservarnos un lugar en la lista de espera, y luego, de ir averiguando cada tanto, cómo marchaba el asunto. Más allá del esfuerzo que le puso al asunto, nada pudo hacer para cambiar el orden dentro de la lista, aunque en un momento otro grupito de gente le ofreció "negociar" una Unión Transitoria de Mesas, porque según rumores extraoficiales se habia abierto la posibilidad de ocupar una mesa más grande (de diez personas, o algo así). Cuestión que no prosperó, dada la negativa de parte nuestra (incómodo compartir, de repente, una mesa con gente desconocida, sobre todo porque no era la idea, sino pasarla entre amigos, claro).

Cómo terminó todo?
Al principio la decisión de quedarse y aguardar en el lugar era indeclinable. "Tenemos para una hora de espera, más o menos", fue el comentario que nos acercó el líder. Por mayoría, entonces, decidimos mantenernos allí a la espera de novedades. Pasada la hora, con gente que salía y entraba (recordemos que antes de nosotros habían otros en la lista de espera), seguíamos aguantando, matando el tiempo entre anécdotas varias, soportando un frío importante que quizás en un comienzo no se siente tanto, pero luego de estar parados una hora, su efecto se acrecienta cada vez más.

En definitiva, y luego de más de dos horas (!!!) de inútil epera, dos valientes integrantes del grupo salieron a recorrer la zona en busca de otro lugar donde pasar la jornada (a esta altura el hambre hacía estragos). La zona no ofrecía otro lugar similar al elegido (por algo había sido el "elegido", justamente) en cuanto a las prestaciones y sus características destacadas pero de todas maneras, conforme la nueva situación, ya cualquier lugar caía bien; finalmente, nos metimos en una pizzería, comimos una rica picada, compartimos una grande de muzzarella y panceta, tomamos alguna que otra cerveza y se la pasó lo más bien.

Seguramente algunos de ustedes habrá pasado por esta situación; no es algo tan fuera de lo común, suele ocurrir (esperar para entrar a un recital, boliche, o para hacer un trámite no se tiene en cuenta porque son cosas diferentes, en donde suele haber un orden predeterminado, o un horario de ingreso establecido, o bueno, son más comunes), pero como a mi no me había ocurrido antes, es que lo cuento.

Y la pregunta que nos queda flotando es ¿era necesaria esa espera?

Para cerrar, y dejar en claro, yo no tenía ningún problema en esperar (aunque no pensé que esperaríamos tanto), pero ya habiendo pasado por la experiencia, dejo sentado por escrito que no pasa por mi cabeza volver a pasar por lo mismo en el futuro, gracias.

Saludos.
SirThomas.

7 comments:

Conta Dora said...

Mínimo, pasame el nombre y googleo el lugar... voy a CABA en 10 días!

Besos!

Anonymous said...

La verdad esperar es indignante si "se va de las manos"... :(
Eso por un lado, por el otro pensé que su primera vez iba a estar relacionada con compartir la mesa con extraños... :)
Nada vale la pena tanta espera... o si?

SirThomas said...

Conta.
En el mismo post está el link al sitio oficial del lugar, igualmente se lo dejo luego en su blog, así lo tiene a mano.

Saludos y gracias por pasar.

Anonymous.
Coincidimos en lo primero, un poco, está bien, ya cuando sobrepasa los límites, listo, a otra cosa.

Muchas cosas valen dos horas de espera, no?

Saludos.

Cinzcéu said...

"¿Era necesaria esa espera?". No, no era necesaria (quedó demostrado) y además era indigna de indignidad absoluta. ¿Quién carajo te creés que sos para tenerme dos horas parado en la calle, a mí, que soy el que quiero poner un mango en tu caja registradora, ¡gil!? Es el típico lugar al que jamás volvería y contrarrecomendaría (ja, esa no la tenían) a full. Como cantaban Los Twists: tomá, matate.
Y bien por la picada y la grande de muzzarella y panceta.
Saludos.

SirThomas said...

Cinzcéu.
Queda clarísimo su opinión; gracias por el apoyo; llama la atención el suceso porque se suelen ver este tipo de colas a la entrada de varios restaurantes o incluso pizzerías de "moda", para todos cabe la misma conclusión

Saludos y gracias por pasar señor.

Fede / Billie said...

Una vez fuimos al mismo bar con unos amigos de Livra y la espera fue más o menos de 40 minutos. Los aguantamos porque era temprano y estábamos de humor, sino la regla general por estos lares es que a un restaurant o bar NO SE ESPERA PARA ENTRAR: los tipos te tienen que esperar a vos, no vos a ellos.

Saludos!

SirThomas said...

Fede.
Gracias por dejarnos el testimonio y la máxima, con la cual coincidimos.

Saludos.