SirAnécdotas. Yo no quería estas, quería de las otras.

O "pero si a mí la radicheta no me gusta por qué me vino en esta ensalada", nuestra habitual sección dedicada a repasar, etc.

Suele pasar, según estudios científicos a todo ser humano le ocurre al menos una vez en la vida, que uno necesita comprar un producto X pero termina comprando X' (o Y, en casos severos), que puede ser que se parezca a X pero que no es X, y por lo tanto no lo necesitamos y, peor aún, no le podemos dar uso ya que no contamos con algo que necesite de él para poder funcionar, aunque bien otra persona sí lo podría necesitar, ojo. Lo pongo en claro, aquí debajo.

Resulta que necesitaba comprar pilas AA (o doble "A", o "de las comunes", como le dicen algunos porque suelen o solía ser de las más usadas) para reemplazar las ya gastadas del control remoto de la videocasetera (sí, de la videocasetera, leíste bien) pero por alguna extraña y misteriosa razón al momento de acercarme a la caja y enfrentarme al cajero, las neuronas me jugaron una mala pasada y las palabras que salieron de mi boca fueron:

- Sí (en contestación a la previa pregunta ¿Algo más?, de parte del cajero) un blíster (genial palabra, por cierto) de pilas AAA (o sea triple A, o "de las chiquitas, como le dicen algunos) por favor.

- Éstas?, pregunta el cajero, quizás sospechando que uno se había equivocado o simplemente para asegurarse de que me había entendido bien.

- (Piensa cerebro, piensa) Sí, sí, esas están bien.

ERROR. Esas no están bien Sir, vos no necesitás pilas triple A, si hace un rato estabas en tu casa, querías adelantar el video con el mando a distancia (pésima expresión, si me permiten) y no había caso; en un acto de desesperación, que suele repetirse aquí, allá y en todas partes en donde se da esta misma situación, quitaste la tapita protectora, sacaste las pilas, las observaste, guardaste en tu memoria el tamaño por si tenías que ir a comprarles un reemplazo, las volviste a colocar, e intentaste nuevamente adelantar el video con el control remoto. No hubo caso. Sabías perfectamente que debías reemplazarlas; tenías pleno conocimiento del tamaño; sin embargo, el error. Puede pasar. 

El agravante, en este caso, es que me di cuenta de la torpeza casi al mismo tiempo que la cometía, pero la timidez o la vergüenza pudo más y no tuve el coraje suficiente como para resarcirme del error.

Equivocarse de tal manera una vez en la vida, decíamos ut supra, no es algo como para preocuparse. Ahora, cometer un error similar en días consecutivos (lo de las pilas fue un domingo, lo que contaremos a continuación, sucedió el lunes siguiente) es, cuanto menos llamativo, aunque en el segundo ejemplo, dice uno tratando de convencerse, hay algunos atenuantes.

Resulta que voy al supermercado en busca de una ensalada (en realidad había ido en el lunch break del trabajo para pispear precios de los ingredientes de una futura picada pero no viene al caso tanto detalle) que me haría las veces de almuerzo.

Me acerco a la góndola en donde se encontraban las ensaladas; había de varios tamaños, con diferentes precios, colores, ingredientes, en fin.. Tomo una de estas bandejitas: observo que trae zanahoria rayada, algunos tomates cherry por ahí desperdigados, repollo colorado, y algo verde, que no me detuve a pensar exactamente qué era pero no me preocupó demasiado. Supuse que sería algún tipo de lechuga, o espinaca (por cómo estaba cortado no podía verse claramente qué era y, como decía, tampoco me detuve demasiado a examinar).

De regreso a la oficina, me alisto para condimentar la ensalada y antes de quitarle el plástico protector, noto que en la etiqueta figuraban los ingredientes, y leo: zanahoria (bien, no había mucho margen para el error); tomate cherry, repollo colorado, ciboulette (mirá qué bien, ni me la había visto) y ... RADICHETA!!!! Aprieto los dientes, mastico la bronca, apelo a la templanza. Me animo a probar un poco, quizás mis papilas gustativas esta vez sí la aceptarían, pero no hay caso. Las aborrezco.

Comí las zanahorias, el repollo colorado, los tomate cherry, la ciboulette, pero la radicheta la tuve que dejar a un costado.

(Generosa cantidad de radicheta, para colmo; de lo demás también había bastante, vale acotar).

Nuestro rechazo a la radicheta lo habíamos hecho público en ESTE post.

Cosas que pasan, dirían en nuestro blog amigo "Moviendo Los Hombros".

Saludos.

SirThomas.