Friday, December 02, 2011

SirDivaga. Acerca de Arnold, los flippers, María Antonieta y la bagatelle.

Continúo mi marcha por la calle Mendoza, la principal que le dicen, en la que previamente me había topado con el local gastronómico que anunciaba su misterioso horario de atención y con el refugio para violentos infantes, camuflado de salón de juegos para niños con trastornos de ansiedad, y en la siguiente cuadra mi atención se centra en un local de videojuegos y entretenimientos varios, de esos típicos que suelen verse en los lugares de veraneo y que prácticamente han desaparecido de la ciudad de Buenos Aires, o al menos de la caliente zona “Florida-Lavalle” en donde solían multiplicarse hacia finales de los ochenta y comienzos de los noventa; al día de hoy creo que ha sobrevivido uno solo, que en algún momento se llamó Fascination, luego Magic Play.

Y aquí hacemos una breve pausa en nuestro relato para hacer nuestro Top Five de locales de videojuegos:

01- Bonus, sobre la avenida Santa Fe al 1000, quizás uno de los menos populares y por eso mismo atractivo; por lo general había poca gente y se podía disfrutar más el lugar, caminarlo, elegir tranquilamente a qué juego jugar, etc.

02- Sacoa, con múltiples sucursales sobre Lavalle, Florida y la Avenida Santa Fe. Hoy por hoy creo que se los puede encontrar en las principales ciudades balnearias y en algunos shoppings.

03- Fascination, hoy llamado Magic Play, quizás uno de los que contaba con mayor superficie aunque por alguna extraña razón nunca fue tan popular como sus competidores.

04- Grafiti, no recuerdo dónde estaba ubicado pero me palpita que estaba sobre la Avenida Callao, lo particular de este local es que sus paredes estaban decoradas íntegramente con Graffittis, y tenía una arquitectura especial también, con estética "skater".

05- Playland, que en algún momento compitió palmo a palmo con Sacoa, entre ellos se disputaban la atención con varios locales sobre la peatonal Lavalle.

 (Así se jugaba a la bagatelle, antecesor histórico de los flippers)

Seguimos con el relato.
Observo los autitos mecánicos para nenes que junto al legendario juego en el que, ficha mediante, uno accede a manipular una garra/gancho con el propósito de recoger algún maldito muñeco de peluche o similar, cosa que jamás he visto que sucediera, por cierto, que inundan los primeros metros del lugar. 

Avanzo unos pasos y me encuentro con los típicos juegos que no suelen faltar en una casa de jueguitos que se precie de tal: por allí veo el pac-man, el wonder boy, algún que otro tetris, y también, la famosa “cascada” de monedas (o como diantres se llame), otro juego producto del ingenio de alguna malévola mente que incita a los inocentes visitantes a tentar a la suerte obteniendo como posible recompensa algunas fichas que oh casualidad caigan gracias al “efecto cascada” por acción de la ficha que se debe insertar para dar comienzo al repudiable juego.

 (El Conde de Artois, luego Carlos X de Francia, uno de los impulsores de la bagatelle)

Dejando un poco de lado el tema de los juegos, al que ya volveré, lo cierto, real y verdadero es que mi detención en este lugar no tuvo tanto que ver con revisitar un local de videojuegos luego de varios años, sino más bien con el mensaje de alarma que me había enviado el sistema urinario unos segundos atrás “Che, fíjate si acá tienen baño porque a este ritmo no llegaremos intactos a casa”, palabras más palabras menos fue lo que me comunicó el cuerpo, se entiende el concepto.

Consulto con mi compañero de caminata, El Tío Cucum, y él también, quizás por una cuestión que viene de familia, por simple empatía o por curiosa casualidad, andaba con ganas de desprenderse de algunas toxinas que lo venían molestando desde hacía algunas cuadras.

Tomada la decisión, nos armamos de coraje, y le preguntamos a la señorita que atendía la caja ¿Buenas, sí, qué tal, podemos usar el baño?; dada la poca asistencia de público que tenía el local, apenas algunos muchahotes que charlaban agrupados junto a las mesas de ping pong, bien podrían estar cerrados los baños, pero la pregunta tuvo que ver más con una cuestión de educación que con la duda expuesta.

Por misteriosas razones que no sabré explicar, por algo son misteriosas, el baño, tal y como sucede en la mayoría de los locales de comida chatarra y tantos otros, estaba ubicado en la planta superior (en ocasiones no sólo uno sino dos “pisos” hay que subir para poder acceder a ellos), algo que, a mi modo de ver las cosas, es totalmente repudiable (sólo en los comercios más importantes, y porque sospecho que una ley los obliga, algunos tienen también baño abajo, que suele ser el adaptado para personas con discapacidad).

Saliendo un poco de este tema y volviendo al escenario de la acción, una vez finiquitado el trámite urinario, bajamos con El Tío Cucum y a él se le prende la lamparita: “Che, qué te parece si nos jugamos unas fichas”?, A lo que contesté positivamente, en parte como gesto de agradecimiento a la señorita que nos dejó pasar al baño, en parte porque me había picado el bichito cuando camino al baño divisé el mejor “flipper” jamás inventado por el hombre: “Terminator 2”, que se lanzó cuando la secuela de la mítica película de Arnold se estrenaba en cines de todo el mundo.

Aquí nos detenemos una vez más, aunque no por mucho tiempo, para comentar brevemente algunos datos curiosos acerca de los flippers, y más específicamente, acerca de su historia y su “antecesor” histórico. 

 (Parque de Bagatelle, donde comenzó la historia)

Estamos hablando del juego de bagatelle, cuya invención en sí está recubierta de una neblina tan densa que no nos deja ver con claridad, pero del cual se tienen registros más claros que datan del año 1777 y tienen como protagonistas a María Antonieta, sí, la misma, y el Conde de Artois, Rey Carlos X de Francia. Resulta que en una fiesta en honor al Rey Luis XVI, hermano del Conde, el punto más alto, el más sobresaliente, el más excitante, se produjo cuando al bueno del Carlos se le ocurrió presentar en sociedad un nuevo juego de mesa, mezcla de billar y bowling, que causó sensación entre los concurrentes.

La novedad fue bautizada como Bagatelle por el Conde, quien tras un rapto de inspiración le dio ese nombre al juego ya que la fiesta se estaba desarrollando en el Chateau de Bagatelle, construido apenas unos años antes por el mismo Conde. Desde 1904 se reconvirtió en parque municipal (el chateau, no el conde, se entiende).

 (María Antonieta, jugadora compulsiva de bagatelle)

Si hacen click en ESTE link van a poder leer la historia completa de los flippers, desde la Bagatelle hasta los que vemos por estos días, repasando detalladamente cada uno de los cambios que sufrieron los flippers a los largo de la historia, muy recomendable si les interesa o les genera curiosidad el tema.

Videos:  Un amable señor nos enseña a jugar al Bagatelle. En este OTRO video, vemos a Elliot jugando a otro tipo de bagatelle.

Hablando de Bagatelle, Luis Alberto Spinetta tiene una canción con ese nombre, seguramente inspirada en la historia del Conde, María Antonieta, y el mítico juego, aunque en su letra no lo mencione directamente. Y para darle un cierre a la palabra, cabe agregar que "bagatela" se la puede utilizar para querer significar que algo es de poco valor o poca importancia, y también hace referencia a una composición musical ágil y corta, que no se la da de pretenciosa.

Volviendo a la historia y a los flippers modernos, solamente agregar que una de las grandes atracciones que traía el Terminator 2 era la manera en que se iniciaba el juego: con un disparo de pistola, que si se lo dirigía bien (era más complicado errarle que acertarle) ya arrancabas con un millón de puntos a tu favor, algo que también resultó novedoso fue eso: la enorme cantidad de puntos que daba por cualquier toqueteo de la bola con los obstáculos y pasadizos del flipper, a diferencia de otros anteriores en los que se sumaban menos puntos, esto le daba su atractivo especial también.

 (El sueño del pibe: el Terminator 2 en el liven de la casa)

Atractivo que, lamentablemente, no pude disfrutar del todo en mi regreso a las canchas, ya que ni siquiera estuve cerca de lograr el “jackpot” o que la máquina “me pague”, es decir, acumular la cantidad de puntos predeterminada por la máquina para que te otorgue otro juego completo gratis. Otro momento gratificante era cuando conseguías la "extra ball". Sin dudas, uno de los momentos más difíciles de superar era cuando la bola duraba poco tiempo en juego, ya que era un de los pocos flippers que no contaba con el "clavo salvador del medio", provocando nuestra ira, en ocasiones haciéndonos mover de tal manera tan violenta al flipper que este se "tildaba".

Otros flippers que recuerdo haber jugado: The Party Zone, Fish Tales, Jurassic Park, La Isla de Gilligan, La Familia Addams, y varios más que no recuerdo sus nombres.

Mañana volveremos sobre los juegos y el listado con los diez en los que más fichas he gastado gustosamente.

Notarán que durante todo el post hemos utilizado la palabra "flipper" y no así el término pinball, básicamente porque toda la vida les dije así a estas maquinolas. Si quieren comentar cómo le dicen ustedes, bienvenido.

Saludos.
SirThomas.

2 comments:

Cinzcéu said...

Yo siempre le he dicho flipper pese a que mucho no le dije porque no sé si jugué 2 ó 3 veces en toda mi vida.
Sí jugué a la cascada de monedas con una fatalidad que es marca de mi performance: la primera vez gané un montón de fichas (a fines de los 80, en Ciudadela, creí haber hallado el modo de no laburar) y después, claro, perdí absolutamente todas.
En esa época supe enviciarme en los salones de videojuegos con el Tetris 2D y 3D. En el 91 me compré una PC...
Saludos.

SirThomas said...

Cinzcéu.
Anotamos flipper.
Era muy tentadora la casacada, todos (o una gran mayoría) hemos caído en ella al menos una vez en la vida; yo las pocas veces que he jugado nunca pude obtener resultados positivos, ni siquiera una ficha que caiga por lástima.

El tetris debo confesar que lo he jugado hasta el hartazo en la pc, no así en los juegos "grandes", sin dudas es altamente atractivo.

La PC, ya llegaremos a ella, vale como adelanto.

Saludos y gracias por pasar.
Sir.