Sunday, June 10, 2012

SirHistorias. Un cruce entre Iván el Terrible e Isabel de Inglaterra.

Hablaremos hoy... de una interesante historia que es la historia de un desaire amoroso nada más ni nada menos que entre Iván el Terrible (o el temible) e Isable I de Inglaterra. Para lo cual, como hemos hecho en anteriores ediciones de esta sección, echaremos mano a un audio de La Venganza Será Terrible, que actualmente se emite por Radio del Plata, en su horario de siempre, del 04-07-2011. En próximas publicaciones de SirHistorias iremos incorporando también anécdotas o curiosidades de la historia elaboradas en buena parte por nuestra redacción o bien de otras fuentes que no sean el programa radial citado.


Un cruce entre Iván el Terrible e Isabel de Inglaterra. 
En el año 1567 el Zar de Rusia, Iván, tuvo un deseo: sus intercambios comerciales con Inglaterra eran tan provechosos que pensó afianzarlos del modo más contundente. Consideró, incluso, la posibilidad de casarse con Isabel I de Inglaterra.
(Iván el Terrible, según la visión del artista Viktor Vasnetsov) 
 
En esos tiempos la reina de Inglaterra tenía fama de hermosa, como así también de inteligente y decidida. Tenía 34 años y estaba soltera (en realidad siempre estuvo soltera y nunca tuvo novio, y según se comenta en realidad la fama de hermosa era puro invento). Iván, a su turno, tenía 37 y por entonces estaba casado con María, una muchachita que en realidad no le gustaba nada, una chica educada “a la asiática”, que vaya uno a saber qué significa pero el asunto es que al Zar no le atraía, y vivía penando por lo que él consideraba un casamiento infortunado, y las noticias que recibía acerca de la soberana más célebre de Europa (Isabel) lo habían enamorado.
[Por aquel entonces no quedaba más remedio que enamorarse por las noticias que uno recibía, por cuentos de los amigos, las fotografías no existían, los retratos eran infieles, y era muy común enamorarse por mentas].
 (Isabel I de Inglaterra)
Entonces le contaban a Iván lo que habían viso de Isabel: algunos le hablaban de su melena, otros de su mirada, otro de su carácter de inconquistable, y él se enamoraba.
Iván le encargó a un negociante inglés de nombre Jenkinson que viajara a Londres con un mensaje secreto para la reina que incluía la petición de mano. Previo repudio de María, la chica con la que estaba casado Iván. Pensaba primero repudiar a María para luego poder casarse con Isabel.
Ahora bien, Iván sabía que Isabel había rechazado a muchos pretendientes, entre los que se destacaba Felipe II, el más famoso de los rechazados, pero igualmente se tenía fe.
Jenkinson viajó a Londres y cuando entregó el mensaje la reina Isabel quedó pasmada. El asunto no era poco importante, Inglaterra era una nación comerciante y no podía decepcionar tan fácilmente al Zar de Rusia, que era dueño de unas regiones a donde llegaban buena parte de los productos ingleses, y en donde se habían dado buenos privilegios a los mercaderes de Inglaterra.
Pero el problema era que Isabel no tenía la menor intención de casarse y menos con un sujeto como Iván, del que conocía algunos comportamientos, era, para decirlo en pocas palabras, un loco asesino (ojo, ella tampoco formaba parte de la Asociación Cristiana de Jóvenes, pero bueh).
La primera reacción de la reina no fue muy conveniente: no le contestó nada. Iván mostró su enojo inmediatamente. Lo hizo del siguiente modo: abrió el puerto de Narva, que entonces estaba cerrado exclusivamente para los ingleses, a otros comerciantes de naciones competidoras.
Los comerciantes ingleses se quejaron a la reina, y ella para recuperar los privilegios perdidos quiso arreglar las cosas diplomáticamente. Y envió a Rusia como embajador a Thomas Randolph, que era el jefe de los correos reales. Randolph llegó a Moscú y tuvo que soportar el malhumor de Iván que estaba muy irritado por la reacción que había tenido la reina. Durante cuatro meses Randolph quedó confiado a una residencia con centinelas que impedían toda visita.
Enterada Isabel de los padecimientos de su embajador y de la persistencia de los inconvenientes generados a sus mercaderes, le indicó a Randolph que le prometiera a Iván cualquier cosa y que lo entusiasmara con falsas promesas con tal de ganar tiempo y resolver luego de qué forma salir definitivamente del asunto.
(Trono de Iván el Terible)
El embajador por fin consiguió una audiencia con el Zar. En contra de lo acostumbrado no le facilitaron caballos para ir hasta el Kremlin y tuvo que hacer el recorrido de a pie por las nevadas calles de Moscú.
En la entrevista Randolph dejó entrever a Iván que Isabel podría llegar a aceptarlo y el Zar quedó maravillado, se entusiasmó enseguida. Entonces, muy contento lo mandó al embajador a Londres junto a un funcionario suyo, llamado Zabyn, para que terminara de gestarse la alianza. Y espero en Moscú la llegada de aquella noticia, que para cualquier persona era absurda: quién podía pensar que Isabel de Inglaterra aceptara el compromiso y trasladara toda su corte para irse a vivir a Rusia, era una cosa que nadie podía creer.
Los hombres cercanos al Zar temblaban cada vez que llegaba un correo porque sabían que el rechazo de Isabel era seguro.
Diez meses más tarde, Zabyn le mandó al Zar una carta de la reina Isabel que hablaba de la amistad y de bueyes perdidos, y que terminaba con estas palabras:
“Al Zar de Rusia…
Si algún día por alguna conspiración secreta o alguna hostilidad extranjera os veis obligados a cambiar de país y deseáis venir a nuestro reino os recibiremos con el honor y la cortesía que merece vuestra Alteza”.
Nada de casorio ni promesas de amor, ni nada.
Una carta que naturalmente desató la ira de Iván, y el Zar le escribió a la reina como nadie lo hizo nunca en la historia:
“Has hecho caso omiso del asunto principal, desempeñas el papel de una vulgar muchacha, y te comportas como tal. A Moscú no le faltaba nada cuando no tenía las mercancías inglesas, todas las ventajas concedidas hasta hoy quedan anuladas.
Firmado: Iván, el Terrible”.
Isabel (a quien le hizo un poco de gracia el tono en el que estaba escrita la carta -esto en realidad por el tono que le puso Dolina a la lectura de la carta-) supo que estaba tratando con un chiflado pero luego se enteró que el Zar había cumplido con sus amenazas y que había confiscado las mercancías de las compañías inglesas y que les había prohibido comerciar. Entonces, la reina quiso detener la ira de Iván de algún modo. Un entredicho o incluso una guerra con Rusia no le servía para nada.
Entonces pensó en ofrecerle, además de algunas excusas, a su sobrina, que se llamaba Mary Hastings.
Iván, entonces hizo una pausa sus confiscaciones, y aceptó el ofrecimiento. Primero envió a Londres a Fjodor Pisemsky, un caballero de la Duma, con misión de evaluar la belleza de Mary.
Según las instrucciones escritas que llevaba Pisemsky debía examinar si la muchacha era alta, si tenía formas generosas, si tenía o no tenía esto o aquello, etcétera. El encuentro entre Pisemsky y Mary Hastings fue del siguiente modo: indirecto, para que la sobrina de la reina no fuera sometida a un examen ofensivo. Entonces lo llevaron a Pisemsky al banco de un parque y se las arreglaron para que Mary pasara varias veces por el lugar en donde estaba el examinador ruso. Pisemsky esperaba ahí sentado con la esperanza de que apareciera una señorita muy hermosa para terminar así con la beligerancia entre los dos Estados pero al verla se horrorizó porque Mary Hastings era muy fea.
Así que el hombre vio pasar a una dama debilitada y ajena por completo a los requerimientos del Zar.
Amargado y sabiendo que su mensaje iba a producir inconvenientes entre los dos pueblos, le escribió a Iván que Mary Hastings era fea.
El rechazo de Isabel y el mal ofrecimiento de la reina al entregar a una sobrina sabiendo lo fea que era, terminaron por ofuscar del todo a Iván el Terrible y no hubo alianza entre Inglaterra y Rusia y no sólo eso sino que el comercio entre los dos países quedó paralizado durante cincuenta años. Durante todos esos años ninguna compañía inglesa pudo entrar a tierras rusas. 
Allá por 1635, los gobiernos de Miguel Romanov y Carlos I deEstuardo, aquel que fuera decapitado, se encargaron de reanudar las relaciones.
Y aquí termina la historia de un desencuentro amoroso, de un rechazo amoroso que tuvo las consecuencias que acabamos de narrar.
Se podrá decir que en la actualidad no permiten que un simple desaire venga a causar inconvenientes políticos: mi respuesta es que sí, siguen causando estragos políticos, lo que pasa es que hemos cambiado de desaires. La gente que maneja la política actual es muy profesional en su oficio y no permite que el amor genere este tipo de inconvenientes.
Luego Dorio y Dolina continúan reflexionando sobre desencuentros amorosos y política.
Acompaña la charla el tango “Nunca tuvo novio” en la versión de Aníbal Troilo y Roberto Grela.
Para escuchar online aquí mismo:


Si lo quieren escuchar online en algún otro momento fuera de esta página: seguir ESTE link.

Si desean descargar el audio completo de la charla: pasarse por ACÁ.

Saludos.
SirThomas.

2 comments:

Conta Dora said...

Muy bueno el relato Sir! Parece que a Iván no le preocupaba la caripela de la reina, marcada por una viruela... y como decía un profesor de historia de mi padre "le llamaban la reina virgen, lo que no significaba que lo fuera".

Besos!

SirThomas said...

Ah, pero mire usted qué bien!

Todo sea por extender el territorio y hacer más negocios, me supongo. Lo de la "reina virgen", tal cual; quizás en algún otro momento lo comentemos, muy bueno el aporte, Conta!

Saludos.
Sir.