La historia de hoy gira en torno a la cabeza del músico austríaco Joseph Haydn, como se puede sospechar tras leer el título. Sin embargo, no
estará referida a su genio o su capacidad creativa en tanto que compositor sino
que hablaremos literalmente sobre la decapitación y secuestro de su cabeza y el
curioso y largo periplo que recorrió, gracias a la intervención de diversos
personajes, durante más de ciento cincuenta años.
Esta nueva historia nos llega una vez más gracias al
genial programa radial La Venganza Será Terrible y será su conductor, el señor
Alejandro Dolina el encargado de relatarnos los detalles de este singular
suceso, que, dicho sea de paso, comienza con una introducción acerca de la
frenología ya que en parte debido al auge que dicha doctrina tenía allá por
1809 (año en el que murió Haydn) es que a alguien se le ocurrió afanarse la
cabeza del reconocido artista. Como hemos aclarado en alguna otra oportunidad
hay datos sobre el principal protagonista o personajes secundarios que se dejan
de lado para concentrarnos pura y exclusivamente en los sucesos que nos
interesan contar.
Los dejamos con el audio y la consiguiente transcripción
de la historia. Que lo disfruten.
“... A fines del siglo XVII con las teorías del
anatomista alemán Franz Gall se formularon varias hipótesis supuestamente científicas que servían para
explicar, por ejemplo, el delito.
(Franz Gall)
La ciencia (o doctrina) fundada por Gall, llamada
frenología, consistía en
correlacionar la actividad cerebral con la forma del cráneo. El alemán creía
que del examen del cráneo de una persona podía extraerse información sobre las
características psíquicas del individuo. Entonces, las cabezas se convirtieron,
más que nunca, en piezas de colección de sumo valor.
(Cráneo analizado según las teorías de Franz Gall)
No sólo se le prestó atención a las cabezas de los
criminales sino que la idea de que el cráneo de un genio podía iluminarnos
acerca de los caminos del pensamiento entusiasmó sobremanera a estos científicos,
es decir los anatomistas, y también a los fisiólogos, los filósofos e incluso a
los que llamaban fisionomistas que operaban sobre el rostro (en el sentido de
que sacaban conclusiones a partir de las facciones de las personas: por
ejemplo: nariz de criminal, oreja de estúpido, etc.).
Algunos seguidores de esta corrientes llegaban incluso a
tantear la parte superior de la cabeza de las personas buscando las
protuberancias del cráneo y a partir de la ubicación y tamaño de las mismas
conjeturaban que esa cabeza pertenecía a ésta o aquella clase de persona.
Para dar con la solución a los asuntos de criminología ya
había comenzado entre los estudiosos un tráfico notable de cráneos de asesinos
y ladrones que eran minuciosamente estudiados por estos especialistas.
Luego se inició la compraventa de cráneos ya no sólo de asesinos
sino de hombres sobresalientes. Todo con la noble intención de descubrir cuáles
eran los secretos de la genialidad.
Luego de esta breve introducción que sirve para
contextualizar el asunto, contaremos a continuación lo que le sucedió al cuerpo
del afamado músico Joseph Haydn.
Joseph Haydn murió
el 31 de mayo de 1809. A pesar de su enorme popularidad no se celebró ningún
acto funerario debido a que por esos tiempos Viena estaba en manos de Napoleón.
Dado que Haydn era muy patriota y que en sus últimos años había dejado
prácticamente de escribir, a los organizadores del sepelio, temerosos de sufrir
represalias, les pareció que era conveniente la discreción. Lo enterraron en el
cementerio de Hundsthurm con toda sencillez, sin emblemas ni discursos ni actos
patrióticos.
(El bueno de Haydn)
Enseguida, los frenólogos se interesaron por sus restos.
Un tal Joseph Rosenbaum, que era secretario del príncipe húngaro Nicolás II Esterházy,
quien había sido uno de los protectores del músico vienés, quiso conseguir la
cabeza de Haydn. Cabe agregar aquí que el principal mecenas de Haydn fue el abuelo de Nicolás II, llamado Nicolás I.
Una vez estudiado el cráneo, los científicos se lo
devolvieron a Rosenbaum. Lo que indicaba el sentido común era que se volviera a
desenterrar el cuerpo de Haydn para colocar nuevamente en su sitio la cabeza
que habían robado pero Rosenbaum no quería correr el mismo riesgo dos veces y
prefirió quedársela como recuerdo.
Finalizada la invasión napoleónica, los austriacos se
predispusieron a rendirle finalmente los debidos homenajes a Haydn. Y como a
muchos cadáveres célebres, al cuerpo del músico le esperaban una serie de
traslados hasta encontrar el lugar adecuado en donde alojarlo. Las autoridades
habían planeado depositar el cuerpo en un mausoleo en Eisenstadt, un lugar en
donde Haydn había compuesto varias de sus obras.
Pues bien, fueron a buscar el cuerpo al cementerio de Hundsthurm,
lo desenterraron y se encontraron con lo que nosotros ya sabemos: le faltaba la
cabeza.
Rápidamente se le dio aviso a la policía y se inició una
profunda investigación. Hay que encontrar la cabeza de Haydn.
Ya de movida los policías incluyeron entre los
sospechosos a Rosenbaum, dada su afición por los estudios que antes
mencionamos. La policía registró de pies a cabeza el hogar del excéntrico Rosenbaum
pero no encontraron nada. Parece ser que su mujer, mientras la policía revisaba
la casa, escondió la cabeza de Haydn debajo de su falda.
El caso es que Rosenbaum, asustado por el allanamiento,
sugirió a su protector el príncipe Esterházy que por unos dineros el cráneo ausente
podía aparecer. No dijo que lo tenía él (no se iba a autoincriminar,
obviamente) pero dejó entrever que si el poder estaba dispuesto a pagar alguna recompensa
las chances de que apareciera serían mayores.
El príncipe, siguiendo esta sugerencia, dispuso ofrecer
una cifra que a Rosenbaum le pareció insignificante y se ofendió en secreto.
De todas maneras, Rosenbaum agarró el dinero pero en vez
de entregar la cabeza de Haydn entregó una cualquiera pensando que nadie podría
notar la diferencia. Y así fue. El pobre Haydn, por la avaricia del príncipe y
la codicia de quien poseía su cráneo, fue enterrado con una cabeza que no era
la suya.
Ahora bien, Rosenbaum se quedó con la original y todo
hubiese terminado allí. Pero sucedió que Rosenbaum se enfermó y cuanto estaba a
punto de morir se arrepintió. Su deseo póstumo fue donar la cabeza de Haydn a
la Academia de Música.
Sin embargo, ese deseo no se pudo cumplir porque la
cabeza de Haydn desapareció nuevamente.
¿Cómo sucedió?
El médico que atendió a Rosenbaum en sus últimos días se
la había robado.
Un tiempo más tarde, el cráneo de Haydn fue vendido a un
famoso profesor, quien al morir lo cedió al Museo de Patología de la ciudad de
Viena. Pero entonces intervino la Academia de Música. Sus directivos adujeron
que era la Academia la que debía recibirlo a Haydn puesto que su primitivo
dueño (Rosenbaum) se la había donado a ellos.
La familia del príncipe Esterházy, como ya dijimos su
protector, reclamó lo que faltaba del cadáver ya que ellos habían ofrecido en
primera instancia una recompensa en su momento y a cambio, habida cuenta de las
novedades, habían recibido una cabeza impostora.
El asunto llegó a la Corte. Gran juicio a ver quién se
quedaba con la cabeza.
La justicia reconoció el accionar de Rosenbaum y se le otorgó
a la Academia de Música el cráneo del compositor.
Y allí, en la Academia, fue exhibida la cabeza desde 1839
hasta 1954. Ese año, la familia Esterházy, que se ve que no se daba por
vencida, convenció a las autoridades de la Academia para poner la cabeza del
músico allí donde estaba su cuerpo. Pero aquel fue un mal año, ya que los rusos
invadieron Hungría y parte de Austria, y el príncipe Pablo Esterházy fue
apresado por el partido comunista húngaro y sus tierras fueron confiscadas con
Haydn y todo adentro. Pero a fin de cuentas prevaleció la cordura y los rusos
permitieron la restitución del cráneo de Haydn y así desde el 5 de junio de
1954 Haydn está completo allí donde lo enterraron los Esterházy.
¿Qué se hizo con la cabeza impostora? Imaginamos que la
deben haber tirado.
Sobre los estudios que se le practicaron al cráneo no quedaron
registro ...". Acompaña la charla el tango “Por una cabeza”, interpretado por Carlos Gardel.
Buena parte de la información, según nos confesó el propio Dolina, fue extraída del libro "Después del entierro" de Omar López Mato.
Dos artículos sobre esta misma historia pueden encontrar ACÁ (wikipedia en inglés) y AQUÍ, del blog Hemeroteca mundial.
Saludos.
SirThomas.
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