Compartimos con ustedes hoy una interesante historia que mezcla ficción con realidad. Un respetado hombre de negocios de Edimburgo que durante el día se comporta como todo un caballero pero que por las noches se transforma en un verdadero gángster del bajo mundo, junto a algunos secuaces. Es la historia del diácono (o jefe, en realidad) William Brodie, ebanista de profesión, además de funcionario público, cuya doble vida inspiró a Robert Louis Stevenson para la creación de una de sus más recordadas historias: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Los dejamos, con Don Alejandro Dolina y su relato (con leves modificaciones del audio original que acompaña la charla, correspondiente al programa La Venganza Será Terrible del 05-07-2011).
Escuchar el audio online, mientras siguen la lectura.
"... William Brodie era un diácono de Edimburgo nacido el 28 de
septiembre de 1741, y cuentan que este hombre siempre tuvo una doble vida. De
día era un próspero comerciante, un respetado funcionario de la ciudad, y de
noche se redimía, porque era el jefe enmascarado de una pandilla de ladrones.
Brodie asaltaba carruajes, arrancaba las ganancias de las
prostitutas y seguía a los tahúres triunfantes a la salida de las timbas para
afanarles [no va a seguir a los que pierden].
Dicen que durante toda su vida Robert Louis Stevenson
había estado obsesionado con la historia de este hombre. Stevenson creció en
Edimburgo, en donde una calle lleva el nombre de Brodie en honor a aquel
ebanista tan extraño.
(Robert Louis Stevenson)
Stevenson se crió en una habitación en donde había un
antiguo armario fabricado por Brodie. El reconocido escritor conocía
perfectamente los antecedentes de este caballero de dos caras y a los quince
años escribió una historia que se llamó “Diácono Brodie, la doble vida”, y era
un texto que se convirtió luego, con la colaboración de un tal William Henley,
en una pieza teatral que tuvo un éxito moderado en Londres, New York y
Filadelfia. Esas obras, nos dice Jorge Luis Borges, prefiguraron la historia de
Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
(William Henley, colaborador de Stevenson y quien inspiró a otro recordado personaje del escritor escocés)
En estas creaciones primigenias, más que la aparición de
un ser monstruoso en la noche, se desplegaba la aparición del hombre y su
deseo, sin la máscara que le imponía el mundo diurno. Las perversiones, el
éxtasis, el desenfreno, vinieron después con la escritura de Jekyll y Hyde.
Antes de la aparición de la historia que lo consagró,
Stevenson no estaba muy seguro de haber desarrollado bien a Brodie. En una noche
de 1885, Stevenson tuvo una pesadilla: había soñado la escena de la primera
transformación de su personaje. Se encerró entonces en un estudio durante tres
días para escribir El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Probablemente la pesadilla de Stevenson fu inducida por
unos seres llamados Brownies que eran unos hombrecitos serviciales de color
acorde con su nombre (marrón) que solían visitar las granjas de Escocia y
durante el sueño de las familias colaboraban en las tareas domésticas. (más sobre estos seres, una suerte de duendes solidarios, pueden leer en ESTE revelador post).
Stevenson afirmó una vez que había adiestrado a sus
propios Brownies para que lo ayudaran en el oficio literario. Entonces, cuando
él soñaba con los hombrecitos pardos, éstos les sugerían ideas para sus obras.
Y entre las ideas figuraba esta pesadilla citada.
Volviendo a la historia del ebanista, debemos decir que
el Diácono Brodie no pudo sostener durante mucho tiempo su doble vida. Debió
abandonar precipitadamente Edimburgo porque un miembro de su banda nocturna, al
ser echado del grupo, se dirigió a la policía para acusarlo.
(Escultura en homenaje a Brodie, convertido en uno de los personajes más populares de Edimburgo)
Un mensajero del Rey fue despachado para perseguir a Brodie. En Londres, el ebanista pudo eludir dos veces a este investigador y
luego se embarcó hacia el continente. Pero los pasajeros vieron su rostro en
carteles que pedían su captura y dieron aviso a las autoridades.
Finalmente lo encontraron escondido en el aparador de un
almacén de Amsterdan (Holanda).
Se le hizo un juicio y como se había decidido que el
proceso no podría ser prorrogado para evitar una fuga, los jueces lo
interrogaron durante veintidós horas seguidas.
Pese a los intentos de Brodie por eludir las acusaciones,
ostentando esa estampa diurna de ebanista, de hombre de negocios, la justicia
lo halló culpable y fue sentenciado a la horca.
Como dato curioso cabe mencionar que una vez apresado fue
encadenado al piso de su celda.
Durante la mañana prevista para su ejecución William
Brodie comió de buena gana, y salió con buen humor a cumplir con su sentencia.
En verdad estaba seguro de que podría burlar a la muerte:
porque Brodie había deslizado un tubo de plata en su garganta para evitar la
asfixia. Además, había sobornado al verdugo para que pusiera la soga de tal
modo que no fracturara su cuello y había sobornado también a un médico para que
lo reanimara luego. [Por qué no sobornó a los jueces, ya que estaba, para que
lo declararan inocente].
Y a pesar de estos mecanismos que puso en práctica, Brodie quedó colgando un buen rato y una vez que los mirones y las autoridades se
retiraron, cosa que tarda en suceder, la soga fue cortada, sus amigos lo
pusieron en una carretilla y lo condujeron con rapidez al médico sobornado para
que lo reanimara.
Y aquí las opiniones se dividen: según algunos, Brodie sobrevivió, fue visto vagabundeando en París algunos años más tarde; otros
dicen que los trucos no funcionaron y el doctor contratado no pudo revivirlo, y
que su cadáver puede ser encontrado detrás de la Capital del Bienestar en
Edimburgo.
En la Corte de Justicia, de todos modos, se conservan la
linterna y el juego de ganzúas que Brodie usaba en sus correrías nocturnas (lo
cual no confirmada nada pero que es un dato es un dato).
Si es que Brodie murió ciertamente en aquella jornada, lo
hizo a los 47 años de edad ...".
Luego Dolina comenta algunas opiniones que Borges vertió
en torno a la versión cinematográfica sobre el clásico de Stevenson
protagonizada por Spencer Tracy. Decía que el error que se cometía consistía en
que el mismo actor personificaba a los dos personajes. Él consideraba que era
indispensable que dos actores distintos lo interpretaran. Sin embargo, así se
ha hecho tradicionalmente en casi todas las versiones que se han filmado.
Finalmente, en la charla pueden escuchar las reflexiones
de Dorio acerca de la historia.
Acompaña el audio el tango “Como dos Extraños”, en la voz de Horacio
Molina.
Si lo quieren escuchar online en algún otro momento, ACÁ el enlace que los lleva a tales menesteres.
También, si lo desean y porque puede resultar más
cómodo, pueden escuchar la misma charla a través de ESTE link en youtube.
Bonus track:
A propósito de Henley, a quien le amputaron su pierna izquierda tras sufrir tuberculosis de pequeño, el hombre que colaboró con
Stevenson en el cuento del Diácono Brodie y en otros más, también le sirvió de
inspiración al escritor para su personaje de Long John Silver, (o John Silver,
el Largo), protagonista principal de otra de las sus más recordadas obras: La Isla del Tesoro.
Saludos.
SirThomas.
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