Entrás a la librería dispuesto a preguntar por un libro o autor específico. El lugar está vacío de visitantes. Sos el único potencial cliente. Cinco pares de ojos te miran. No, no estás paranoico. Son los vendedores. Por lo general prescindís de ellos. Hoy no es el caso. Buscás un autor x y sólo ese autor x. Acostumbrado a buscar por ti mismo, tu idea es primero bucear con la mirada la sección en donde creés que debería estar el libro a encontrar. Sin embargo, quizás por la poca afluencia de público, quizás porque está en el ADN de los de su raza, un vendedor se te acerca al grito ¿estabas buscando algo en especial? En parte tu timidez lo agradece ya que te libra de una búsqueda que podría resultar estéril, por un lado, y te ahorra ese incómodo momento en el que hay que dar el primer paso y ser uno el que inicia el contacto oral con el vendedor.
(El libro que fuimos a buscar [1])
- Si mirá estoy buscando libros del autor Tal y Tal.
- Sí, creo que tenemos algo, ya te averiguo.
Aquí comienza un proceso que suele verse a menudo en las librerías "modernas" y que, librería más librería menos, se ha extendido a muchas otras que antes obviaban este paso o lo reservaban como última instancia. El vendedor se acerca a una computadora, tipea el nombre del autor, aguarda por lo resultados y ratifica o rectifica su pálpito.
- Sí, acá me sale que tenemos al menos cuatro...
- Ajá, a ver qué títulos tenés.
- Mirá tengo Tal y cual; Este otro, y aquél también.
- Bien, Tal y cual me interesa, el resto no. Si lo tenés, bárbaro.
- Acá me figura como que lo tenemos así que debería estar; esperame que ya lo busco... acá en historia supuestamente....
Uno, esperanzado, aguarda firme como un granadero detrás, pispeando de vez en cuando los anaqueles para ver si logra visualizar el objeto de su deseo aunque con cierto disimulo, dejando en manos del especialista la tarea, como para que tampoco se sienta invadido en su metié.
Luego de un rato de búsqueda, el vendedor no logra dar con el libro señalado.
- Mirá, acá tengo Este otro y aquél también.... pero Tal y cual no lo encuentro.
- Ajá, no, Este otro y aquél también no me interesan....
Acto seguido y al grito de ¿Che, Roberto, vos no viste unos libros del autor X, estaban por acá los otros días?, el vendedor que nos atendió solicta ayuda a sus colegas.
- Roberto: Sí, sí, por ahí habíamos acomodado varios de ese autor, no están ahora?
- No, no los veo.
Roberto: Me fijo en el depósito a ver si los encuentro.
Sumándose a Roberto, los otros tres vendedores se incorporan al juego "busquemos el libro Tal y cual ya que no tenemos otra cosa que hacer y hasta ahora no ingresó nadie más al local".
Y de repente, uno queda en el medio de un torbellino de vendedores que van de un lado para el otro, haciendo denodados esfuerzos para buscar el humilde librito que fuiste a buscar.
"Quizás esté en biografías o antropología, yo me fijo ahí a ver si lo encuentro", escuchás que grita uno de los vendedores y la ilusión vuelve a tu cuerpo.
(El libro que nos llevamos [2])
Pasan los minutos, no muchos pero a vos te parecen eternos. El libro sin aparecer. El libro no apareció.
- No, no, sino está acá, tampoco en el depósito, no, no lo tenemos.
La intensa búsqueda llevada
a cabo por el staff de la librería te conmueve (o te da un poco de culpa, si
sos un hombre sensible como nuestro redactor en jefe). Mientras se realiza, vas ojeando
en las estanterías, buscás un plan b, en parte para no irte con las manos
vacías y en gran parte por el titánico trabajo realizado por quienes brindaron
todo de sí para dar con el libro que buscabas. Tampoco es cuestión de comprar
por comprar, ojo. Te terminás llevando uno que ya tenías visto pero que por
alguna razón u otra no estaba dentro de tu lista de prioridades.
Luego de
la frustrada visita a sucursal de Avenida Cabildo 1852 de Galerna Libros, finalmente
pudimos ubicar el libro que estábamos buscando. Pero eso es otra historia.
NOTAS: 1. López Mato, Omar, Trayectos Póstumos, Olmo Ediciones, Argentina, 2004.
2. Balmaceda, Daniel, Biografía no autorizada de 1910, Editorial Sudamericana, Argentina 2010.
Saludos.
SirThomas.
4 comments:
Ah pero eso tiene toda una explicación. Primero, que los depósitos donde están los libros que no están en exhibición, suelen ser bastante desordenados, entonces la búsqueda de UN libro en medio de ese caos de libros colocados sin orden aparente, demora mucho. Otras causas son: stock no actualizado. Robos de libros. Que tal sucursal les pide que se lo manden y entonces nunca "restan" ese ejemplar al stock. Banda de etcéteras.
Excelente Pat, gracias por el valioso aporte!
En una de las consultas me dijeron algo así como que podía ser que les figurara en la base como que lo tenían pero que podría pasar lo que decís de las otras sucursales o que prestaron (?) o algo y no lo restaron del stock, básicamente como decís :P
Saludos.
SirThomas.
Su post deja en claro que se acabó la época del vendedor artesano que sabía de su metier; ahora depende de una base de datos (desactualizada) y por más que se esfuerce no satisface ninguna demanda excepto las obvias.
Acerca de los depósitos, hace más de 20 años me asignaron el relevamiento de una zapatillería mayorista en Liniers. Debía listar prolijamente cuántos pares de qué tipo, modelo y marca tenía stockeado. El depósito tenía al menos 200 m2 y hervía en estanterías hasta el techo: el trabajo no insumía una mañana sino, quizás, meses. Incluso, su propietario me dijo que tenía entre 200 y 400 mil pares: no tenía la menor idea del número.
La primera caja que rezaba "Pampero" contenía un par de ojotas de otra marca. La segunda, unas alpargatas: la tercera, unos botines de fútbol. Me bajé de la escalera y me volví a mi casa, obviamente.
Cierro con una nota de color.
Un conocido que hace años fue vendedor de una gran librería me refirió al menos dos anécdotas (creo que más pero recuerdo dos):
1) -¿Tiene el libro Crimen y castigo del Doctor Jekyll?
2) -¿Tiene algún libro con nombres de perro?
-¿Cómo que con nombres de perro?, ¿Bobby, Sultán, etc.?
-¡Sí, eso!
Saludos.
Estupendo comentario Cinzcéu.
Muchas gracias!
Saludos.
SirThomas.
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