La inseguridad es un mal que nos ataca por todos lados. Pero no sólo en la actualidad ni en este país es que se suceden casi sin parar diferentes hechos que, en buena medida gracias a la repetición constante por cuanto medio de comunicación uno consulte, nos hacen vivir con miedo. Que lo diga sino el capitán Patrick D. Tyrrell, comandante en jefe de los servicios secretos estadounidenses, quien allá por 1876 tuvo que hechar mano a los pocos recursos con los que contaba para abortar uno de los planes delictivos más insólitos y macabros de su tiempo: el robo del cuerpo de Lincoln
Así como lo leen, sí. La noche del 7 de noviembre de aquel año, James "Big Jim" Kinealy, un reconocido falsificador de Illinois, desesperado porque el propio Tyrrell había puesto tras las rejas a su socio Benjamin Boyd, ideó este maléfico plan para tratar de sacar de la cárcel a Boyd y continuar así con su "negocio".
Para comentarnos este singular suceso llamamos al frente una vez más al señor Alejandro Dolina y la troupe de La Venganza Será Terrible, quien en su emisión del día seis de mayo de 2010 lo revelaron ante su audiencia. Como de costumbre el relato sigue casi al pie de la letra lo narrado por Dolina aunque en esta oportunidad hemos incorporado datos que en la audición radial se escapan y modificamos ligeramente el relato a fin de adaptarlo al lenguaje escrito.
Pueden, si lo desean, escuchar el audio mientras proceden a la lectura. Que lo disfruten:
"... Primero hay que recordar que el presidente AbrahamLincoln fue asesinado el 14 de abril 1865 por el
actor John Wilkes Booth en el
teatro Ford.
(El asesinato de Lincoln)
Cuando Booth ejecutó su obra maestra, es decir luego de
asesinar al presidente, saltó al escenario y exclamó “Sic Semper tyrannis”,
una locución latina que quiere decir “Así siempre a los tiranos” (o “así
terminan siempre los tiranos”, atribuida, según cuenta la historia, a Marco
Junio Bruto, quien la pronunció al momento de asesinar a su padre adoptivo
Julio César).
El Teniente Coronel J.J. Edward,
junto con el cirujano Edward Curtis, fueron los encargados de hacer la
autopsia, por pura formalidad porque en realidad todos sabían de qué había
muerto Lincoln. Dicha autopsia sirvió para que los elementos examinados, es
decir algunas partes del propio cuerpo de Lincoln como así también las
herramientas que se utilizaron fueran a parar al Museo de Salud y Medicina de
Washington.
El Congreso de los Estados Unidos le ofreció a la familia
albergar el cuerpo de Lincoln en la cripta que hay debajo de la cúpula, que en
primera instancia había sido construida para alojar el cuerpo de George
Washington pero su familia se negó y prefirió que descansara en su propia
morada. La familia de Lincoln tampoco aceptó la
oferta y se decidió entonces que su cuerpo fuera enterrado en Springfield, capital
del estado de Illinois.
El caso es que para transportar el cuerpo del ex
presidente hasta Springfield, distante cerca de 1500 kilómetros de Washington,
hacía falta una rigurosa técnica de conservación a fin de que el cadáver
soportara elegantemente el viaje en tren hasta el destino final (todo esto
porque además se decidió que durante su traslado se realizaran, en las paradas
más importantes, cortejos fúnebres públicos a los que asistía una gran cantidad
de ciudadanos).
Durante la Guerra Civil, uno de los trabajos del gobierno
había sido preservar los cadáveres de los caídos en acción en las mejores
condiciones posibles para que cuando sean devueltos a sus familiares
presentaran un aspecto lo más agradable posible. Esta particularidad dio lugar
a unas técnicas de embalsamamiento mediante la inyección de químicos y dada la
enorme práctica que adquirieron los profesionales en la materia lo cierto es
que se lograron buenas técnicas que se fueron superando conforme la experiencia
en el asunto.
(No, no es Lincoln aunque sí es un embalsamamiento, a cargo del Dr. Richard Burr)
(..)
El cuerpo de Lincoln fue embalsamado por Thomas Holmes, con una técnica de su propia invención,
aunque siguiendo los estudios que había realizado el francés Jean Nicolas Gannal.
Como dato de color adjunto agregamos que el señor Holmes,
considerado el padre del embalsamamiento en los Estados Unidos, conservaba en
su casa de Brooklyn muchos cuerpos embalsamados. No era raro ingresar al salón
principal de su hogar y encontrarse con cabezas sobre los sillones. En sus
últimos días se volvió loco y finalmente murió en el año 1899.
(Volviendo al cuerpo de Lincoln)
Durante el viaje dos semanas hacia Springfield cerca de un
millón de personas pudieron contemplar el cuerpo del presidente asesinado. Cabe
agregar que junto a Lincoln viajaba en el tren el cadáver de uno de sus hijos (Willie)
que había muerto tres años antes y que también había sido embalsamado, no se
asusten.
Cuando llegó a destino, el cuerpo del ex presidente fue
transitoriamente hospedado en una bóveda a la espera de la construcción del
mausoleo. Hasta esa bóveda se llegó un día el poeta Walt Whitman
y le dedicó unos versos, más precisamente el poema Oh Captain, My Captain, que
pueden leer siguiendo ESTE link.
(Walt Whitman)
Años después sucedió algo curioso y es justamente lo que
venimos a contar aquí: alguien se quiso afanar el cuerpo de Lincoln.
El hacedor de tan curiosa y peligrosa idea fue un señor
llamado James “Big Jim” Kinealy, inmigrante irlandés, que era un reconocido falsificador
de dólares. Era tan profesional en su menester que, según lo afirman crónicas
de la época, resultaba casi imposible distinguir un dólar verdadero de uno
falsificado por Kinealy. A tal grado de exactitud llegaban sus copias que el
Tesoro norteamericano se había visto obligado a retirar de circulación los
billetes de cinco dólares, que eran los preferidos de Kinealy o los que mejor
le salían a la hora de falsificar los verdes.
Ahora bien, Kinealy no trabajaba en soledad. Una parte
importantísima del proceso de falsificación la llevaba a cabo su socio, Benjamin
Boyd, que era experto en la preparación de las planchas (necesarias para la
fabricación de los billetes, sean estos oficiales o apócrifos). Por desgracia
para Kinealy la policía se había llevado preso a Boyd y había confiscado las
placas.
Desperado por no poder continuar con su próspera empresa,
Kinealy no sabía qué hacer para que lo soltaran a su estimado socio. En medio
de esa desesperación se le ocurrió una idea demencial: robarse el cadáver de
Lincoln y pedir a cambio como recompensa la liberación de Boyd.
Desde luego era una idea de difícil concreción. Y se hizo
aún más dificultosa la tarea porque para llevar a cabo su operación Kinealy
contrató al hombre equivocado.
El sujeto que había seleccionado Kinealy era muy
hablador. Entonces, en una noche de copas en un burdel empezó a jactarse y a
comentarle a la señorita que lo acompañaba sus intenciones de afanarse el
cadáver de Lincoln. Y la dama, que era liviana de cascos pero muy patriota, avisó
a la policía e inmediatamente lo metieron preso al susodicho.
Big Jim vio que su plan había fracasado y dejó pasar
algunos meses para que la opinión pública se olvidara del asunto ya que el
suceso había trascendido y figuró en las primeras planas de los periódicos.
Pasado un tiempo prudencial, al menos en la consideración
de Kinealy, se preparó para un segundo intento. En esta ocasión contrató a dos
verdaderos profesionales: Terrence Mullins y Jacques Hughes, con quienes planeó
dar el golpe la noche del 7 de noviembre de 1876. Ese mismo día se iba a
conocer el nombre del nuevo presidente de los Estados Unidos.
Y los ladrones creían con toda lógica que la atención de la policía, los medios
y el público en general estaría puesta sobre estos asuntos con lo que tendrían
vía libre para poder cometer el robo sin demasiadas preocupaciones.
Pero nuevamente la información se filtró. Los rumores
llegaron a oídos de Robert Lincoln, otro de los hijos del ex presidente, quien
dio aviso a los servicios secretos, que por aquellos tiempos se dedicaban
únicamente controlar los delitos relacionados con la falsificación. De hecho,
tiempo atrás su jefe, el inmigrante irlandés Patrick D. Tyrrell había atrapado justamente
Boyd, el hombre clave dentro de la banda de Kenealy.
Entonces, algunos de los agentes secretos hicieron lo que
les corresponde tal como lo suelen graficar las películas hollywoodenses:
infiltrarse en la banda. Para dicho propósito involucraron a un ladrón
arrepentido, otro clásico, llamado Lewis Swegles, cuya especialidad era el robo de
cadáveres. Los cadáveres que solía robar Swegles luego los vendía a
las facultades de medicina.
Una vez incorporado a las filas de Kinealy, el agente
mantuvo informadas a las autoridades. Y el día que el grupo partió de Chicago
hacia Springfield lo siguieron, con perfecto disimulo, varios agentes del
orden. Los ladrones no sospecharon nada y confiados se dirigían a cometer el delito.
Los policías se les adelantaron y ocuparon oscuros
recovecos de la cripta donde estaba Lincoln. Al rato, arribaron al mausoleo los
delincuentes.
Swegles, el infiltrado, debía darles a los agentes escondidos una
señal sonora para anunciarles su llegada. Pero resulta que Swegles no lograba encontrar
oportunidad para hacerlo ya que los restantes componentes del grupo no dejaban
de vigilarlo. Luego de varios minutos, Swegles quedó en soledad en la cripta ya que el
resto de sus “compañeros” se alejaron un poco por lo incómodos que se
encontraban allí, otro poco para dar los últimos detalles al plan.
Ni lerdo ni perezoso el ladrón arrepentido dio la señal
tras lo cual hicieron su aparición en escena los agentes secretos que estaban
escondidos.
Al escuchar la señal y observar unos cuerpos que
aparecían detrás de las tumbas dispuestos a perseguirlos, Kinealy, Mullins y
Hughes salieron disparados de allí, creyendo, según algunas versiones, que un
ejército espectral los estaba persiguiendo por perturbar el descanso de los
justos. Esta conjetura la realizaron algunos cronistas ya que según los relatos
de los policías, al huir los ladrones pedían el perdón de dios y cosas por el
estilo.
A Kinealy jamás lo atraparon aunque sí a sus secuaces
Mullins y Hughes que sin embargo fueron condenados sólo a un año de prisión
(dado que el robo de cadáveres no era aún un delito) y a pagar una multa de $
75 por haber conspirado para sustraer el ataúd (en donde estaba Lincoln, claro).
Este suceso sirvió para que, a posteriori, el cuerpo de
Lincoln fuera resguardado con mayor seguridad. Fue sacado de la cripta y lo
trasladaron a un lugar más seguro durante varios años.
Hacia finales de 1901 el cadáver de Lincoln fue colocado
definitivamente en el mausoleo ya terminado y custodiado por toneladas de
cemento para desalentar cualquier otro intento de robo.
En cuando al falsificador Boyd, aquel que los ladrones querían recuperar
a cambio de Lincoln, hay que decir que no pudo salir de la cárcel y allí murió
nomás ...".
Acompaña la charla el tango "En la vía", interpretado por el genial Edmundo Rivero.
Dos artículos (en inglés) que cuentan los hechos con información precisa:
- Robando el cuerpo de Lincoln.
- El intento de secuestro de Lincoln.
Además, si se les despertó la curiosidad pueden ver online el documental que emitió el History Channel, que en dos partes pueden ver ACÁ, la primera, y ACÁ, la segunda. En el documental, un poco denso para mi gusto aunque interesante, muetran lo que se supone es la única imagen del cuerpo de Lincoln embalsamado.
Saludos.
SirThomas.
4 comments:
el post tiene la certificación. aparece un irlandés en la historia.
Relea por que son dos los irlandeses que aparecen; el capo de los servicios secretos y el capo de los falsificadores.
Bien por haber notado el detalle Nico!
(el dato lo tomamos del documental)
Saludos.
SirThomas.
Sí, perdón por el error. Al segundo irlandés lo noté después de escribir el comentario.
Bien, puede volver a su asiento. Le queda un 7,50 igual.
Saludos.
Sir.
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