Friday, March 28, 2008

Correte que estoy apurado.

Volviendo a las crónicas respecto de los pasajeros del Subte, Línea D, hablaremos hoy acerca de aquellos extraños personajes que parecen estar siempre apurados. Usted dirá ¿pero quién no vive apurado en estos días? Bueno, la gran mayoría deberé responder, no todos, entre los que me incluyo.

A qué me refiero con apurados? Bueno, a aquellos que van a mil por hora por la calle, sin fijarse demasiado en el que va adelante o detrás a la hora de caminar, llevándose por delante a quien se les cruce en su camino, que no respetan las señales que el semáforo les indica a la hora de cruzar una calle y se ponen nerviositos cuando el color del momento no les da paso, aunque muchas veces cruzan sin importarles cuál sea el color, que intentan colarse en cuanta fila halla, etc.

Pero no nos referiremos a todos los aspectos de la vida pública de estas personas, sino solamente a sus costumbres dentro del ámbito del subterráneo y más precisamente de UN aspecto en particular que a mi personalmente me llama mucho la atención y logra, a veces, hacerme perder la paciencia, que camina de mi mano todos los días y la llevo a donde sea que vaya.

Me estoy refiriendo para ser más preciso e ir al meollo de la cuestión, a aquellos sujetos que en su apuro por salir del subterráneo vociferan, empujan, se quejan, reprochan al aire, porque no pueden pasar libremente por el sector izquierdo de una escalera mecánica, sector que por algún secreto acuerdo entre los pasajeros del Subte, debe estar liberada para aquellos que quieran realizar esta acción.

Cuando la misma se halla ocupada en su totalidad, casi no tienen opción, pero de todas maneras dejan ver su enojo por no poder subir aún más rápido hasta la cima. Algunos entran en la desesperación absoluta, que se la puede ver dibujada en sus rostros, hasta que se resignan, expresando en su camino hacia la cima, que no dura más de 30 segundos, varios sentimientos que se conjugan en ese período de inacción (desesperación, angustia, resignación, tristeza, esperanza, felicidad).

Y para achicar aún más la jurisdicción sobre la cual actúan estos seres humanos, quiero hacerles saber mi personal desprecio por aquellos pasajeros colegas que descienden en la estación Congreso de Tucumán entre las 18.50 y las 19.30, de lunes a viernes, que teniendo la posibilidad de subir por la escalera común y corriente de cemento optan por tomar el camino más cómodo d la mecánica y se quejan porque no pueden pasar libremente por el sector izquierdo de la escalera Se entiende?

La escalera de cemento: tiene (a esas horas) mínimo un carril para circular libremente y subir todo lo rápido que uno quiera.

La escalera mecánica: ocupada en su totalidad, sector “rápido” y lento.

Ellos? Optan por la escalera mecánica y se quejan porque no pueden subir más rápido de lo que los lleva la misma.

Lo llamativo es que siempre aparecen, siempre hay alguno (o varios en realidad, porque es un mal que cada vez se expande más) que está más apurado que el resto (que suele estar bastante apurado ya de por sí). Lo que me lleva a mi a preguntarme, mientras observo la escena pacientemente, por qué estás apurado, querido? Quién te corre? Siempre a todos lados que vas estás apurado por llegar? O es que siempre llegás con el tiempo justo y tenes que andar corriendo de un lado para el otro? Incluso para llegar a tu casa y descansar estás apurado? Y muchas otras que me las reservo (?).

Siempre con el mayor de los respetos.

Saludos.

SirThomas.

2 comments:

val said...

Yo no tengo problema con que estén apurados, pero sí he notado la mala costumbre de algunas personas de refunfuñar o exigir un "carril" en la escalera mecánica para subir como si fuera una escalera "de cemento", como le decís vos.

Me molesta, pero debo admitir que la gente que se queda parada en la puerta o en el único lugar de paso y obstruye el mismo, me irritan aún más.

SirThomas said...

Je. Bien Val, gracias por el testimonio.

Salutes.