Luego de hacer mi pedido, menú “soja”, busco, encuentro y me siento “a la mesa” para poder disfrutar tranquilamente del solitario almuerzo. A poco de comenzar, veo de reojo que hace su aparición la figura de un ex compañero de facultad. Desvío la mirada, trato de no encontrarme con la suya, pero es imposible, parece que me vio. Una segunda mirada y un leve “digo que sí con la cabeza” lo confirman. Realizo un rápido paneo por los alrededores de su anatomía para ver si estaba solo o si se encontraba acompañado, dato fundamental que podría influir directamente en sus acciones en el corto plazo. Las peores sospechas fueron confirmadas: estaba solo. Mientras continuaba con la degustación de mi pedido, relojeaba para ver cuál era la posición del sujeto y sus posibles acciones. Por un momento lo pierdo de vista, pero al volver la vista al frente, allí estaba, bandeja en mano en dirección hacia mi persona. Me saludará y seguirá de largo, deseé para mis adentros, pero recordé que no lo había visto acompañado, con lo cual las chances de que suceda lo inevitable crecían segundo a segundo, centímetro a centímetro. De repente, a menos de un metro de distancia, me saluda:
- Qué hacés Sir, cómo andás, tanto tiempo?
- Bien, bien, todo bien, vos, qué tal?
- Acá ando como siempre, te molesta si te acompaño?
- No, no, dale, dale.
La conversación contínua, amenamente, repasando tiempos pasados, preguntando trabajos actuales y demás cuestiones para callar un deseado pero molesto silencio.
[El siguiente párrafo está auspiciado por Gomería Comas]
Lo ideal, según la visión particular y personal de la gente del staff del blog, ante un caso como estos, es, a lo sumo, realizar un breve intercambio de miradas, como diciendo “hola, sí qué tal, todo bien, sí, me acuerdo de ti, del colegio, qué hacés, todo bien, sí sí”, sin detener ni aminorar la marcha, incluso ésta (la marcha) puede exagerarse un poco a fin de hacer notar que uno está apurado y no tiene el tiempo como para hacer una pausa y ponerse a hablar con el susodicho; un saludo a la distancia, o bien, hacerse olímpicamente el dolobu, a fin de evitar lo incómodo que sería optar por la opción menos indicada, pero que suele ser elegida en un alto porcentaje, es decir, detenerse, saludarse, y entablar un pseudo diálogo sin sentido que ninguno de los dos está animoso por continuar.
Recuerdo que, no hace mucho, me crucé con un viejo compañero de colegio secundario, opté por la alternativa equivocada y no tuve más remedio que entablar comunicación con el sujeto, preguntarle que había sido de su vida, si él o yo nos seguíamos viendo con sultano o mengano, y alguna otra pregunta superficial con respuestas en el mismo tono. El detalle curioso de aquél encuentro es que yo no podía acordarme del nombre del muchacho, mientras que él si lo había hecho (incluso el apellido), con lo cual él se dirigía a mi llamándome por mi nombre y yo sólo atinaba a responder “Eeeh, como andás...espacio en blanco, qué hacés....espacio en blanco”, esforzando mi memoria para tratar de traer al presente su nombre, pero fue en vano, y lo terminé despidiendo con un saludo cordial pero sin poder llamarlo por su nombre.
Volviendo sobre lo que comentaba en el párrafo inicial de este post, en ocasiones solía cruzarme, en el trayecto de mi casa al trabajo, con un ex compañero de “facultad” (el mismo de la anécdota, en realidad) ya que, oh casualidad, trabajamos por la misma zona. En este caso, no tenía problemas en detenerme y ponerme a hablar, más allá de que no nos unía o unió un sentimiento de amistad, porque le ponía mucha onda, por así decirlo, pero como los encuentros se fueron repitiendo, con poco tiempo de separación entre uno y otro, opté por cambiar la ruta a seguir entre mi casa y el trabajo, y desde hace ya un buen tiempo que no me lo cruzo. Fue por el bien de los dos y estimo que lo habrá aceptado sin inconvenientes :P. Y agrego, cuando uno se cruza con alguien luego de mucho tiempo, al primer encuentro tiene más cosas para hablar, o al menos esa es la sensación, pero si luego ese encuentro se reitera, y la relación entre ambas personas reúne las características ya mencionadas, también se reiteran los temas por hablar, porque mucho más no hubo, ni habrá, mal que nos pese (?).
Para terminar, vale aclarar, por si hace falta, que este tipo de encuentros casuales sí son bienvenidos cuando uno se cruza con alguien con quien uno tuvo o tiene una relación más cercana, o cuanto menos amistosa.
Saludos.
SirThomas.
- Qué hacés Sir, cómo andás, tanto tiempo?
- Bien, bien, todo bien, vos, qué tal?
- Acá ando como siempre, te molesta si te acompaño?
- No, no, dale, dale.
La conversación contínua, amenamente, repasando tiempos pasados, preguntando trabajos actuales y demás cuestiones para callar un deseado pero molesto silencio.
Lo que nos preguntamos hoy, aquí en El Blog de SirThomas, entonces es:
Qué hacer cuando uno se topa casualmente por la calle con alguien que no fue más que un “conocido”, alguien con quien uno compartió, por ejemplo, los estudios (secundaria, primaria, o universidad), algún trabajo, o un grupo de amigos, pero con el que, pasado el tiempo, dejó de ver, de estar en contacto, lisa y llanamente porque no pasaba de ser eso: un conocido.
Qué hacer cuando uno se topa casualmente por la calle con alguien que no fue más que un “conocido”, alguien con quien uno compartió, por ejemplo, los estudios (secundaria, primaria, o universidad), algún trabajo, o un grupo de amigos, pero con el que, pasado el tiempo, dejó de ver, de estar en contacto, lisa y llanamente porque no pasaba de ser eso: un conocido.
[El siguiente párrafo está auspiciado por Gomería Comas]
Lo ideal, según la visión particular y personal de la gente del staff del blog, ante un caso como estos, es, a lo sumo, realizar un breve intercambio de miradas, como diciendo “hola, sí qué tal, todo bien, sí, me acuerdo de ti, del colegio, qué hacés, todo bien, sí sí”, sin detener ni aminorar la marcha, incluso ésta (la marcha) puede exagerarse un poco a fin de hacer notar que uno está apurado y no tiene el tiempo como para hacer una pausa y ponerse a hablar con el susodicho; un saludo a la distancia, o bien, hacerse olímpicamente el dolobu, a fin de evitar lo incómodo que sería optar por la opción menos indicada, pero que suele ser elegida en un alto porcentaje, es decir, detenerse, saludarse, y entablar un pseudo diálogo sin sentido que ninguno de los dos está animoso por continuar.
Recuerdo que, no hace mucho, me crucé con un viejo compañero de colegio secundario, opté por la alternativa equivocada y no tuve más remedio que entablar comunicación con el sujeto, preguntarle que había sido de su vida, si él o yo nos seguíamos viendo con sultano o mengano, y alguna otra pregunta superficial con respuestas en el mismo tono. El detalle curioso de aquél encuentro es que yo no podía acordarme del nombre del muchacho, mientras que él si lo había hecho (incluso el apellido), con lo cual él se dirigía a mi llamándome por mi nombre y yo sólo atinaba a responder “Eeeh, como andás...espacio en blanco, qué hacés....espacio en blanco”, esforzando mi memoria para tratar de traer al presente su nombre, pero fue en vano, y lo terminé despidiendo con un saludo cordial pero sin poder llamarlo por su nombre.
Volviendo sobre lo que comentaba en el párrafo inicial de este post, en ocasiones solía cruzarme, en el trayecto de mi casa al trabajo, con un ex compañero de “facultad” (el mismo de la anécdota, en realidad) ya que, oh casualidad, trabajamos por la misma zona. En este caso, no tenía problemas en detenerme y ponerme a hablar, más allá de que no nos unía o unió un sentimiento de amistad, porque le ponía mucha onda, por así decirlo, pero como los encuentros se fueron repitiendo, con poco tiempo de separación entre uno y otro, opté por cambiar la ruta a seguir entre mi casa y el trabajo, y desde hace ya un buen tiempo que no me lo cruzo. Fue por el bien de los dos y estimo que lo habrá aceptado sin inconvenientes :P. Y agrego, cuando uno se cruza con alguien luego de mucho tiempo, al primer encuentro tiene más cosas para hablar, o al menos esa es la sensación, pero si luego ese encuentro se reitera, y la relación entre ambas personas reúne las características ya mencionadas, también se reiteran los temas por hablar, porque mucho más no hubo, ni habrá, mal que nos pese (?).
Para terminar, vale aclarar, por si hace falta, que este tipo de encuentros casuales sí son bienvenidos cuando uno se cruza con alguien con quien uno tuvo o tiene una relación más cercana, o cuanto menos amistosa.
Saludos.
7 comments:
Muy cierto Sir lo que decís!!!
Me parece que le caías bien al sujeto indeseable... pero vos a el no. Deberías mostrarte desinteresado... y decir "aha" ante algunos comentarios graciosos de su parte.
Sobre el olvido de nombres... me pasa lo mismo, y digo "Hey! Cómo estas!!" Lo malo, es que suelo tener que hacer alguna presentación así que no doy nombres... y estoy atenta para ver si alguien lo nombra al ignoto conocido.
Besos!
Un día, hace mucho tiempo, compartí un par de minutos de subte con un ex compañero de la secundaria. No sé de qué hablamos ni importa. La cuestión es que antes de bajar le dije (en absoluta pero inocente función socialmente correcta) algo así como:
-Che, tendríamos que combinar para vernos...
Su respuesta fue de una sabiduría importante:
-¿Para hablar de qué?
Pasaron cerca de 30 años de aquel encuentro y jamás volvimos a saber el uno del otro.
Creo que la mejor opción es hacerse el boludo (pero, ¡ojo!, hay que evaluar tiempos: hacerse el boludo ante uno con el que cursamos o laburamos hace 6 meses no es recomendable).
Tengo otras 20 ó 30 anécdotas al respecto pero no voy a abundar aquí.
Como siempre, Sir, lo tuyo es la etnografía fina.
Está el método de shock: cuando el fulano te encara "¿Qué hacés, Sir, cómo andás, tanto tiempo?" vos contestás "Todo mal, mi vida es un desastre, ¿te cuento desde el principio o estás apurado?" Lo más probable es que te desee suerte y se raje.
También el método de shock recargado: "Todo mal, mi vida es un desastre, si me invitás a tomar algo (porque yo no tengo un mango) en media horita te hago un resumen", lo que aumenta la posibilidad de raje en un 95%
Todo esto en clave de humor, claro, a mí no me daría la cara... Qué vas a hacer, Sir, hay situaciones en esta vida social que no se pueden gambetear. Saludos.
Conta.Dora.
Es probable que sea como decís, yo no le podría caer mal a nadie :P.
Saludos y gracias por el comentario y la anécdota.
Cinzcéu.
Estupenda la anécdota, no por lo que tuvo que atravesar, sino por el aporte para con el post. Hace no mucho me ocurrió algo similar: me crucé en el tren con un ex comañero de rugby, y salió una linda charla, más allá de que no existía una relación muy estrecha entre ambos, a veces también pasa eso, y por más que luego no quedamos en nada, charla que duró cuatro estaciones y listo.
Saludos y gracias por sus palabras.
1+
Es una técnica que hay que saberla manejar, aparte de, como decís, tener la cara para llevarla adelante.
Y, no, lamentablemente hay sitaciones que, por diferentes motivos, no se pueden evitar, y encima ando mal con el pique corto como para gambetear todo lo que quisiera.
Saludos y gracias!.
No no, nada de actitudes políticamente correctas Sir, si con el tipo en su momento no había onda o una buena relación, nada de olvidar y hacer como que no pasó nada.
En caso que la relación hubiese sido regular y que por el paso del tiempo no se hubiesen vuelto a ver, puede dedicarle un tiempito a recordar viejos momentos.
Saludos.
Yo suelo apelar a que no tengo tiempo, aunque el 98,34% de las veces es verdad :( .
Ahora, sobre tu consulta, qué hacer al respecto, yo diría que hagas como que no tenés tiempo y que tenés que ir a un lugar rápido y que llegás tarde, tal y como ve el staff del blog, no falla, aunque como dije, yo debo mentir el 1,66% de las veces.
Un abrazo!
Leo.
No, tampoco es cuestión de olvidar porque no pasó nada malo, en esos casos sí se sigue de largo sin miramientos.
Saludos y gracias por el aporte.
Cesc.
Su escasa disponibilidad de tiempo es ya un clásico de todos los tiempos (?), y siendo usted un tipo sincero, le creemos.
Saludos y gracias por el apoyo al staff.
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